ACADEMIA LIBRE: Un día en la feria

Cuarta Sesión del Consejo Universitario Dará Término al Año Lectivo 2012

La realización de la Cuarta Sesión del Consejo Universitario pondrá término al año lectivo 2012 de Academia Libre, sellando un período que ha incluido el trabajo social en Lota, el cometido de las comisiones de Docencia, Investigación y Extensión, y la aplicación del Programa de Estudios, en cuyo marco la comunidad ha dado cuerpo a las asignaturas de Filosofía I, Filosofía II, Historia Antigua, Literatura, Inglés I, Inglés II y Probabilidad y Estadística. La sesión de cierre tendrá lugar el sábado 15 de diciembre, a las 11:30 hrs., en nuestra sede de Av. Brasil 349. En la oportunidad, Academia Libre conocerá los resultados de la Evaluación y Autoevaluación Docente, así como la Evaluación y Autoevaluación Estudiantil. Por otra parte, deberán pronunciarse sobre las propuestas que presentará la Comisión Ejecutiva respecto de calificaciones para 2013, formato de evaluación en sala y proceso de conducción, teniendo en cuenta que las modificaciones ya aprobadas por las sesiones previas del Consejo Universitario estarán en plena vigencia a partir del 1° de enero del año entrante.

Qué Entiende por Filosofía el Marketing

En el marco del “Día Mundial de la Filosofía”, celebrado el 15 de noviembre por la UNESCO y pensando en su público objetivo, los niños, la entidad concibe aquélla como “una disciplina que estimula el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en aras de un mejor entendimiento del mundo, promoviendo la paz y la tolerancia” (El Mercurio, 11 de noviembre). Queda patente la intención mediática y la pobreza de sus alcances. ¿Por qué? La respuesta se halla escondida ahí mismo, en esa propuesta elaborada desde el marketing. La Filosofía se busca así misma y no persigue la moralina. Es más, una de sus ramas, la Estética, que se ocupa de lo bello, no podría propender a la paz; asimismo, donde se practica la tolerancia el espacio para el debate se hace exiguo. Se trata de una Filosofía que, según Eduardo Fermandois, profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad Católica, siguiendo las líneas de la UNESCO, “no les va a servir para edificar puentes o hacer negocios en el futuro” (El Mercurio, 11 de noviembre). Esto equivale, justamente, a una Filosofía que no es capaz de generar pensamiento crítico: Fermandois ha olvidado la lección que Tales de Mileto dio a sus contemporáneos. Una línea más radical, pero también teñida de populismo, es la que ofrece Robert Schank, ex catedrático de las universidades de Stanford, Yale y Northwestern, cuya carnada argumentativa se reduce a desacreditar disciplinas en función de su antigüedad, es decir, que a medida que se alejen cronológicamente del presente, se les debe descartar del menú académico. Bajo ese criterio, la Filosofía, que viene siendo desarrollada desde hace unos 25 siglos en Occidente y 33 centurias en Oriente, caería en la categoría de producto discontinuado. Por otro lado, este señor asegura que el mero fenómeno del bullying escolar basta para abandonar la socialización del conocimiento. “Haz deporte, escala una montaña, ve al cine, sólo no vayas a la escuela”. Schank está convencido de que esas otras actividades no representan riesgos para la integridad física y mental de los niños y agrega: “cuando los alumnos preguntan para qué sirve lo que les enseñan, nadie sabe qué responder”. ¿Le ocurrió esto a usted, señor Schank, en su rol de escolar o de profesor? Sus argumentos patentizan la carencia de Filosofía en su formación. Más sensato nos parece la posición de Jesús Mosterín, profesor de Investigación del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, quien ante los recientes descubrimientos de la Física relativos a la hipótesis del Bosón de Higgs declaró que “ya desde sus orígenes (…) los filósofos presocráticos se preguntaban: ¿De qué están hechas las cosas? (…) No hay una separación tajante entre ciencia y filosofía”. Efectivamente. Y a pesar de lo que algunos quisieran, estas viejas disciplinas sí que facultan para trazar desde un puente convencional hasta uno de carácter cuántico.

Academia Libre Expone sobre Educación en el Colegio Raimapu

Acogiendo la invitación extendida por los organizadores, el rector de Academia Libre, David Hevia, participó el pasado sábado 20 de octubre como panelista en la Primera Jornada de Ciencias Sociales y Educación, que tuvo lugar en el Colegio Raimapu de La Florida. En la oportunidad, los asistentes pudieron conocer la experiencia de nuestra universidad y debatir los alcances de un proceso de aprendizaje que sitúa la esfera del conocimiento en el ámbito social y que, en esa dirección, plantea una organización plenamente participativa para la constitución de sí misma como comunidad. Al término del enriquecedor encuentro, diversos asistentes, entre ellos estudiantes, apoderados y profesores, contaron que sintonizan cada lunes la voz de Academia Libre a través de la señal de Radio Nuevomundo y expresaron su deseo de que debates de este tipo tengan próximamente nuevos capítulos.

Oscurantismo Académico

Últimamente lo inverosímil va más allá de lo imaginable. Así, si la región latinoamericana presenta el más bajo aporte a la producción académica de entre las demás zonas con las que se le compara (gráfico n° 1), Chile exhibe el rendimiento más bajo al compararlo con tres homólogos de los que sólo uno pertenece a la OCDE: México (gráfico n° 2). Y claro, ¿cómo va a gestarse la investigación si el acceso a la información pública está siendo condicionado desde la institucionalidad por criterios desconocidos? En este caso particular nos referimos al Ministerio de Educación de Chile, que restringe de forma impresentable, y sin argumento alguno a la vista, el acceso a los datos de la Encuesta Longitudinal Docente años 2005 y 2009, cuyo propietario es la misma cartera del ramo y, por tanto, constituye documento público. Si usted quiere conocer el resultado de esa investigación deberá llenar una solicitud (en formato electrónico) que podría no ser aceptada.

Pero eso no es todo, porque el seminario que enfrentaba las posturas evolucionista y diseño inteligente, a realizarse en la Casa de Bello, estuvo a punto de no efectuarse, a solicitud de quien se arrogó la representatividad de la “comunidad científica” y evolucionista: Claudio Gómez, director del Museo Nacional de Historia Natural. Dicho funcionario, mediante un mail dirigido al director de Extensión de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, Dante Miranda, “argumentó” que se debía “[…] impedir y detener cualquier promoción del creacionismo […]”. (El Mercurio, 23 de septiembre). El señor Gómez utilizó logos de la Dibam y del Mineduc para ejercer mayor influencia en su destinatario, el que, afortunadamente, no canceló el programa.

Reflexionar sobre el Quehacer Pedagógico

Hay en el ejercicio docente chileno actual un desinterés alarmante por indagar en lo que significa e implica el oficio. Los dos únicos chilenos galardonados con el Premio Nobel, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, estuvieron estrechamente vinculados al ejercicio de la pedagogía, pero, hoy por hoy, esa intersección no es capitalizada ni de la forma menos creativa posible: por ejemplo, contrastar posturas respecto del valor, el rol o el sitio de la lectura en la experiencia del aprendizaje. No se trata de adscribir a una negando a la otra ni menos aferrarse a alguna sobre argumentos meramente nostálgicos. “La maestra que no lee tiene que ser mala maestra: ha rebajado su profesión al mecanismo de oficio, al no renovarse espiritualmente”, dijo Gabriela Mistral en Pasión de Leer (1935). ¿Qué peso tuvo esa reflexión en la reforma educacional mexicana de entonces? ¿Cómo el pensamiento de aquellos literatos no va a tener algo que aportar al supuesto actual debate si, por vías diferentes, su vocación pública la orientaron hacia la materialización de la integridad del ciudadano?

La ley del mínimo esfuerzo obligaría a lo menos a preguntarse si hay alguna relación entre la iniciativa docente evidenciada en ambos chilenos y su capacidad artística. ¿Es posible, por otro lado, que el país esté ignorando un hecho que, por estadística hasta ahora, vincula cien por ciento la más excelsa creatividad con las instituciones pedagógicas fundadas para esos fines? Y aunque Pablo no se graduó en alguna de ellas no obstó para que plasmara la crítica en la Oda al Libro:

Libro, déjame libre.
Yo no quiero ir vestido
de volumen,
yo no vengo de un tomo,
mis poemas
no han comido poemas,
devoran
apasionados acontecimientos,
se nutren de intemperie,
extraen alimento
de la tierra y los hombres.

Los Integrantes de Academia Libre Estrechan Lazos en Jornada de “18”

Los Diálogos Universitarios Desarrollados entre la Danza y el Teatro

El trabajo interdisciplinario desplegado en la vida académica chilena tuvo, particularmente desde los años ’50 un vigor notable entre las artes escénicas. Las universidades abrieron sus salas al desarrollo de la expresión corporal mientras la iniciativa y la imaginación iban llevando los guiones de esa apuesta a los más diversos rincones del país. El reconocimiento internacional recibido por estas manifestaciones no se hizo esperar y generó amplios espacios de cooperación e interlocución. En particular, el diálogo abierto entre la danza y el teatro dio paso a memorables jornadas, como la que inspiró, aplicando ambos campos, la versión local de Marat Sade. En la fotografía, Ernst Uthoff y Patricio Bunster, en plena sesión de trabajo del ballet en 1955.

Cuando el Teatro Debutó en las Calles

“Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América.” Estas palabras pronunciaron los actores de Los que Van Quedando en el Camino, al irrumpir hacia Alameda desde el Teatro Antonio Varas el 1 de septiembre de 1970. Vestidos de campesinos, se mezclaron entre el público y subieron al escenario para dar curso a la función. Isidora Aguirre había escrito esta pieza teatral inspirada en los sucesos ocurridos en junio de 1934 en la localidad de Ránquil, donde la defensa de sus tierras terminó con un centenar de pobladores muertos por la violenta represión ejercida. Al rescatar esta memoria, se devolvía “al pueblo sus epopeyas, sus héroes”, decía la dramaturga. Su compromiso con la enseñanza la hizo salir de los escenarios para desarrollar una activa labor de difusión del teatro a nivel popular, que recorrió el país.

Una Cita con Historia

" Dejo a mis albaceas la totalidad de mis bienes después de satisfacer los legados y las deudas a fin de que apliquen dichos bienes o sus productos a la creación y establecimiento en la ciudad de Valparaíso de una escuela de Artes y Oficios con un internado y un externado (…). Tanto la instrucción como el alojamiento, alimento y vestido serán gratuitos”. Estas palabras son parte del testamento de Federico Santa María, gestando así lo que más tarde sería la universidad del mismo nombre y que por tantos años fuera un campus de excelencia y una institución literalmente gratuita.

Prensa Universitaria en las Calles del País

En los tiempos en que la vida universitaria no se agotaba en las salas de clases ni se cobraba un arancel por entrar a ellas, el debate era llevado del campus a los barrios, que inspiraron un sinnúmero de artículos y publicaciones que nutrían el quehacer académico y social. Fue el caso, por ejemplo, de Clío, revista de Historia publicada desde el Instituto Pedagógico y que fue dirigida por uno de sus más célebres estudiantes, Jorge Teillier, también fundador de Orfeo, gaceta clave de la poesía latinoamericana, y quien llegó a dirigir el Boletín de la Universidad de Chile, donde el concubinato entre las Ciencias y las Artes escribió grandes páginas para el país. En la imagen, el joven director de estos medios de prensa universitaria, conversando en Temuco con Pablo Neruda.

Cuando la Televisión Era Universitaria

El 4 de noviembre de 1960 se iniciaron las transmisiones del Canal 9 de la Universidad de Chile. Se trataba, como explicó esa noche el rector ante los espectadores que mantenían encendidos 300 monitores en la capital, de la televisión como herramienta “para ilustrar a nuestro pueblo tanto en el arte como en la ciencia”. Los históricos primeros 100 minutos permitieron al público seguir los comentarios del periodista Luis Hernández Parker, un ciclo de canciones de La Araucanía, debates académicos y teatro basado en una obra de Óscar Castro. UTV daba así cumplimiento al Decreto Ley 7.039, que estipulaba que la emisión de tales programas educativos debía hacerse con exclusión absoluta de propaganda pagada como forma de financiamiento. En la fotografía superior, la artista chilena Violeta Parra.

El Manifiesto de Córdoba, Histórica Voz Estudiantil

El 28 de junio de 1918, el movimiento de reforma iniciado por los estudiantes de la U. Nacional de Córdoba extendió por América Latina un grito de enorme vigencia hoy, que ni el Ministerio de Educación ni el Consejo de Rectores quisieran oír: “Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario (…). La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes”.

El Concepto de “Cultura” de la Municipalidad de Santiago

El Día en que los Universitarios Se Alzaron Contra el Clasismo del Aula

El 11 de agosto de 1967, estudiantes de la Pontificia Universidad Católica se tomaron la casa central de la corporación para exigir la renuncia del rector y obispo Alfredo Silva Santiago. Los jóvenes acusaban a esa institución académica de “clasista, encerrada en una torre de marfil sectaria y monárquica”. La reacción de los poderes fácticos no se hizo esperar y el día 16 del mismo mes el editorial principal del matutino El Mercurio intentaba convencer al país de que se trataba de una “maniobra del marxismo”, en cuyo nombre “se han derribado innumerables gobiernos representativos y de libre elección, para implantar dictaduras, ahora se barre con las jerarquías de la enseñanza superior”. Dicho diario mantenía, como hoy, el control oligopólico de la agenda mediática, pero la iniciativa estudiantil pudo más: a la mañana siguiente, aprovechando la cobertura de las agencias de prensa, desplegaron en el frontis de la universidad un lienzo cuyo lema, “El Mercurio Miente”, dio la vuelta al mundo y fortaleció el movimiento en curso, que fue respaldado por un amplio espectro político y por la entonces Central Única de Trabajadores. El 17 de agosto, el cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo que aceptar el petitorio estudiantil, que demandaba participación en las decisiones. ¿El resultado? Definiciones fundamentales del campus fueron discutidas con los universitarios, que, con voz y voto, abrieron paso a la rectoría de Fernando Castillo Velasco y dieron cauce local a un movimiento de reforma que alcanzaba ribetes mundiales.

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Un Rector Electo, un Doble Nobel y un Hito: la Universidad Técnica del Estado

Esta imagen fue captada en 1970. Linus Pauling (a la izquierda en la foto), Premio Nobel de Química y de la Paz, recorre el campus de la Universidad Técnica del Estado (UTE), en la que dictó una serie de charlas, junto a Enrique Kirberg, electo y reelecto rector con el voto de académicos, estudiantes y funcionarios, en el marco de la Reforma Universitaria. Dicho proceso consagró la participación estudiantil con derecho a voz y voto; abrió 37 cursos para trabajadores en las fábricas; incrementó en 220%, entre 1969 y 1972, el número de investigadores; becó a más de 100 profesores para estudios de postgrado en Europa y Estados Unidos; elevó del 6% al 31% la matrícula femenina y, en el mismo período, el número de estudiantes trabajadores procedentes de los hogares más desposeídos pasó del 5% al 30%. “Yo me identifiqué principalmente con tres logros”, recordó Kirberg años más tarde: “el perfeccionamiento académico del cuerpo docente, la extensión universitaria y, muy especialmente, la función de educación de trabajadores. Ésta se inició con el convenio entre la UTE y la Central Única de Trabajadores (CUT) y luego cobró vida propia. No se trataba de dar "perfeccionamiento" o "capacitación profesional" a la fuerza laboral -cosa que ya existía en Chile y se había desarrollado de acuerdo a los intereses de las empresas- sino que de abrir avenidas ilimitadas de desarrollo profesional y cultural a los trabajadores de las fábricas, de las minas, de los campos, llevando, cuando fuera necesario, la universidad al lugar de trabajo, lo que llamamos la universidad in situ. Todo esto se hacía en función de los intereses del trabajador, que eran en definitiva los intereses del país”.

Cuando Participar Era un Derecho

Consejo Universitario Faculta a Comisiones Permanentes para la Evaluación Docente

Una enriquecedora jornada de debate tuvo lugar el sábado 9 de junio en el marco de la segunda sesión del Consejo Universitario de Academia Libre. En la ocasión, la comunidad conoció los primeros informes del año sobre evaluación docente y autoevaluación estudiantil, a partir de lo cual el encuentro permitió abordar los más diversos desafíos que involucra el proceso lectivo, entre los que se cuenta la progresiva introducción de estrategias de aprendizaje y la asimilación de una discusión más global en función de la cual la universidad vaya incorporando a su quehacer, en el largo plazo, aspectos relativos a los distintos niveles educativos. Durante el Consejo, asimismo, fue aprobada la propuesta que facultará, a contar del 1 de enero, a las comisiones Ejecutiva, de Docencia, de Investigación y de Extensión y Autonomía para tomar parte en la evaluación docente, de manera que puedan pronunciarse sobre las dimensiones que entraña dicho análisis al mismo tiempo que lo hace el grupo curso de la asignatura respectiva. Para ello, el Consejo reformó el correspondiente articulado del Reglamento Académico y, adicionalmente, respaldó la idea de introducir en el instrumento de autoevaluación estudiantil un acápite que sirva de nexo con la evaluación docente.

En Comunidad, Conocer Es Aprender a Compartir

En Academia Libre cada clase es un diálogo que se extiende a los más diversos momentos de la jornada. Una conversación entre una asignatura y otra; un encuentro y un reencuentro; un abrazo durante los almuerzos de fraternidad; una sonrisa, una mirada, un baile, un saludo y un brindis a la hora de la fiesta; una bienvenida a las compañeras y compañeros nuevos; una idea en el trabajo de comisiones, un suspiro antes del examen y otro al recibir la nota; un aplauso en el ciclo de cine; manos que se encuentran en la pegatina; lienzos en la marcha; globos y chistes encima de la mesa; sueños escalera arriba.

Frecuencia Musical: Arremetida N° 1

AWAKENINGS CIRCUS

Danny Lira se incorporó recién este año a Academia Libre, donde estudia e integra la Comisión de Investigación. Sin embargo, su fascinación por la música es de larga data, como también su condición de miembro de Awakenings Circus, agrupación en la que, entre otras cosas, él aporta la percusión, con la que contagió a sus compañeros durante la fiesta de inauguración del año académico, realizada en abril (imagen superior, al centro).

“Para mí la música es una forma de expresión, una manifestación interna, como escribir”, explica Lira, quien también toca la batería en la banda de rock Trama. En Awakenings Circus, agrega, “se apela a la integración de la comunidad, que se suma activamente cuando vamos por las calles”.

Frecuencia Plástica: Arremetida N° 1

“Museo Guernica” es el nombre del trabajo incluido en la imagen superior de este boletín y que fue recientemente donado a Academia Libre por su autor y miembro de la Comisión de Extensión y Autonomía, Jorge Varela, quien reinterpreta en esta época los alcances de la obra homónima de Pablo Picasso.

“Me motivó el querer hacer una representación, como parte de una serie que sigue en boceto y que hasta ahora tiene dos cuadros”, explica el pintor y actual presidente del Centro Cultural Ensamble, quien con la donación de este óleo, que había permanecido inédito desde su factura, se propuso aportar a la dimensión estética de esta construcción colectiva que es Academia Libre.

Arremetida N° 5

EL CANTO

Me domaron las manos.

Tomaron mis dedos

Y los insertaron en yugos.

Como las princesas chinas,

Con sus pies vendados;

Como la novia fajada,

Que no respira.

Y mis manos

Lloraron

Al ser manos.

Me amenazaron:

Si no aprendía a escribir con las manos,

Aprendería a escribir con los pies;

Y si no aprendía a escribir con los pies,

Tendría que escribir con la boca;

Y si no aprendía a escribir con la boca,

Me harían pensar con palabras,

Y soñar con símbolos,

Y ver el mundo a través de las letras.

Tanto era su anhelo

De forjar eso en mí.

Ahora escribo para reconocer a mis manos,

Esas criaturas hacendosas,

Que antes eran yo.

Escribo para que nos conozcamos de nuevo

En un paraíso de signos puros

En el que estamos, a veces, atrapados,

Y del que, a veces, logramos salir.

Y es que a veces no nos quedamos quietos,

Mis manos y yo,

Aguzando los oídos

Para escuchar el canto triste

De los pájaros paradisíacos

Que en realidad es sólo mi voz

Que en realidad es sólo el eco

De los sollozos

De mis manos

Manchadas

De tanto escribir.

Rose Schreiber

Arremetida N° 4

Cadencia

Sólo los oyentes esperan al viejo.
Al viejo nocturno y caprichoso
que mira la última luz
que se cuela apuntando al whisky.

¡Qué importa la familia y los hijos perdidos!
Nadie desliza como tú
con tal precisión las cuerdas,
que el triste canto de la armónica
parece describir tus venas.

Nunca fuiste de la tierra, viejo,
pues los chispazos están en todas partes.

Ahora siéntate y toca.
Que quien fue tu amigo ya en ti no confía.
La gente aún dice que el tiempo cura todo,
mas yo recuerdo haber visto
alguna vez en tus ojos
un ardor semejante
al del martirio eterno.

Bryan Chandía

Arremetida N° 3

Una estrella en el torrente
sanguíneo.
Un pelo en el extremo de la Vía
Láctea.
Al universo derramado
en una gota contenido.

Boris Romero

Huella en la edad

El señor sin voz

Retorcijo, retorcijo

Silencio en el silencio

Una pared historial

Gotas de luciérnagas

La ceguera del ser…

… Y esta muralla enantiomórfica.

Sol Parra

RESONANCIA

Un enclave en medio de algún punto exacto y flotante del infinito. Un enclave de campanas delirantes de tonalidades esdrújulas. Complejísimo mecanismo detrás del claro sonido mudo y cabal, como un enjambre de estrellas tan perplejas como amarillas, lejanas de lejos, cercanas de vivas. Como un tránsito de estelas , humareda cósmica semiderretida y fija en mis pupilas.

Un grito y paréntesis de cierre, abierta avanzada en medio de la selva profundamente azul, de láser fluorescente. Todo eterno y blindado abajo por un eje o tres, arriba por una cúpula inencerrable, y en otros planos talvez por las tortugas y los linces. Todo quieto, nada en vano, luego tortugas musculosas y linces enceguecidos en agitación cuarto creciente.

Y algo más en mis pupilas, tu voz impregnada en las rocas de la inmediata próxima memoria y el perfume de nuestra piel en un resueno, enclave incesante de gemidos en algún punto exacto y flotante en medio del infinito.

Eduardo Piola

Las tres luces. Una única certeza.

La única certeza que tenemos al nacer es que moriremos. No sabemos cuándo ni cómo, pero sabemos que ocurrirá y que será definitivo. La muerte es un sello de fatalidad con el que nacemos y del cual es imposible desligarse. Propongo entonces que utilicemos el amor fraternal como forma de franquear esta fatalidad, considerando esta última no como desgracia, sino como suceso inevitable.

Trascendental. Es el único fenómeno que atañe a todos los seres sin consideración de la época histórica en la que nos encontremos, la ubicación espacial que ocupemos dentro del globo terráqueo, la religión a la que estemos adscritos, la cultura de la cual formemos parte, la situación socioeconómica que tengamos… Los intertítulos al inicio de la película enuncian la indeterminación del tiempo y lugar, es decir, dan cuenta de la intemporalidad tan característica de la muerte.

Indiscriminada. La muerte no se circunscribe a tal ni cual circunstancia meritoria, actúa de manera independiente al comportamiento de cada ser humano, a la virtud o vicio que éste pueda acumular a lo largo de su vida. Cuando la pareja de enamorados va en el carruaje y tapa la cabecita del pato para besarse, se revela la inocencia de su amor. Esta escena me incita a considerar a la muerte como ente no juzgante y a la extensión de la vida no como premio a un buen actuar. Volviendo al punto de la duración de la vida, que como he dicho, no creo tenga relación alguna con el mérito, sí creo está preestablecida y aquí es donde entra en juego, la concepción del destino. Las velas, que representan la fragilidad de la vida, ya tienen su duración trazada. Y a pesar de las oportunidades que le ofrece la muerte a la protagonista de cambiar el destino de alguna de las tres parejas, ésta no consigue jamás el éxito.

Omnipresente. Desde el preciso instante en que nacemos contamos con la presencia de la muerte en nuestro destino como compañera eterna de nuestros días gloriosos y de los no tanto. En cada una de las historias que componen Las Tres Luces se encuentra encarnada la muerte siendo siempre la misma, pero con diferente traje: en la historia de la primera luz, la muerte es personificada por el Mot, el jardinero del palacio; y en la historia principal se presenta en primera instancia como el forastero.

Inexorable. La muerte es la única mochila con la que ya vienen cargados nuestros hombros al momento de venir al mundo. Esta mochila es de un peso pequeño, pero que jamás nos podremos quitar.

Pero, ¿y qué es esta muerte que camina siempre con nosotros? Un misterio que muchas veces hemos intentado descifrar, pero que se plantea como inaccesible para el hombre. Cuando el forastero compra el terreno colindante al cementerio edifica un insuperable muro que es constantemente examinado por los ciudadanos del pueblo quienes buscan puertas y ventanas que jamás encuentran.

Una vez entendida la muerte como inexorable a la condición humana y por tanto como verdad absoluta; con una duración que desconocemos pero que ya está establecida; podemos enfocarnos mejor en cómo usar el tiempo que se nos entrega para torcerle la mano a nuestra acompañanta eterna de la única manera posible: trascender a través de nuestra capacidad de amar.

Amanda Rodríguez.

(Ensayo presentado en la asignatura de Apreciación Cinematográfica)

La “ley del día” y la “ley de la noche” Hegelianas en “Down by law” de Jim Jarmusch.

"...Del profundo mar en calma

salen dos serpientes

de inmensas espirales,

por encima de las olas

levantan su cresta

y su pecho;

mientras el resto de su cuerpo,

se desarrolla a flor de agua.

Una de ellas ahora me aprisiona

en medio de dos vueltas

y me oprime con el doble anillo de su amor

y yo intento romper su nudo"...

Tras el terror de la revolución, la modernidad ha quedado, una vez más, desgarrada en múltiples niveles.

Si de una parte ha conquistado la libertad, la autodeterminación y el yo, por otra, estas individualidades se experimentarán como extrañas unas de otras así como de sus obras, opuestas y externas.

Ante la necesidad de de negociar las diferencias y oposiciones, la sociedad moderna estatuye y codifica leyes bajo el amparo de la racionalidad. Sin embargo, esta ley de la ciudad, del día, conocida -para usar los adjetivos hegelianos- devendrá un “otro de sí mismo” y se convertirá en un nuevo medio para el arbitrio y la imposición de un individuo sobre otro, o sobre muchos.

Frente a esta ley, Hegel rescatará una ley soterrada, desconocida, de la noche, que nadie sabe dónde ni cuándo fue creada, y que no se encuentra en ninguna parte, pero que se manifiesta encarnada especialmente en la potencia ética de la familia, por medio de la tradición desde y hasta la sociedad toda.

Mas estas dos leyes, del día y de la noche, se verán contrapuestas, quedando la última despreciada y negada por la primera, causando esto desequilibrios que acentuarán las contradicciones más profundas de la modernidad, especialmente en el plano de la configuración de su espíritu y su sentimiento de comunidad.

Tratando de contener nuestros prejuicios, no especularemos respecto de la posible y directa influencia que el pensamiento hegeliano pudiera o no haber ejercido sobre Jarmusch y su obra aquí referida.

No obstante, y sin adentrarnos en la complejidad de la fenomenología hegeliana, podemos encontrar interesantes y gráficas resonancias de estas cuestiones en la obra audiovisual Down by Law.

Alerta tempranamente nuestro interés el que el filme parta mostrándonos un cementerio, un tanto descuidado o abandonado, al igual que el resto de la ciudad capturada por el director.

Aventurándonos imprudentemente en la exégesis, y a riesgo de ofender al maestro o a sus ideas, podríamos decir que tal cementerio representa una doble muerte para los individuos que ahí yacen. La primera de carácter biológico, común al resto de especies sobre la tierra, y la segunda de carácter propiamente humano, civil, social, encarnada en la pérdida de lo cuidados necesarios para mantener el estado de naturaleza de dichos restos superados por la esencia cultural que los hace humanos.

Asimismo, avanzando en la evolución de la tragedia moderna hasta lo que podríamos llamar un capitalismo tardío, los planos generales de abandono y ruina que nos ofrece Jarmusch en los momentos introductorios, nos dan una valiosa pauta contextualizadora para lo que vendrá, para apreciar y entender las historias que se entrelazarán y desarrollarán, primero separada y luego entrelazadamente, como las imágenes del centro urbano y sus contrapartes más campestres.

La mirada de la cámara es, en este momento, marcadamente frontal, sin perspectiva ni horizonte. La decadencia aparece y se despliega a nuestra vista a medida que la cámara se mueve a un ritmo continuo por la calle, en ángulo exactamente perpendicular a su objetivo, haciendo más evidente nuestra percepción del momento presente, de ese instante en que las ondas lumínicas y sonoras, con todos sus matices, afectan nuestra percepción. Como la tónica, quizás, de nuestros protagonistas, de nuestra era.

Calles vacías. Apenas siquiera transitadas por seres sin tiempo, escasamente con vida, sin ritmo, pausas ni aceleración, como la mirada que los atraviesa.

Tampoco se produce riqueza, bienes, servicios, productos. Nadie se realiza en su obra ni pone en riesgo su existencia frente a la negatividad. La única actividad que se verá al pasar es la policial. Uno más de los burdos instrumentos de esta sociedad regida por la ley del día, para la cual las ventanas permanecen cerradas.

Entonces, una cama.

Zack, un espécimen perfectamente característico de esta cuidad periférico-moderna.

Podría decirse que no produce ni reproduce al sistema, ni con su trabajo, ni con una familia o con cualquier actividad creativa o disidente. Parece más bien un resabio, un guijarro humano tirado en una orilla luego de la tempestad. Un envoltorio arrastrado por el viento para quien sólo parece importarle sus zapatos, en una esquina solitaria, ensombrecida, salpicada por unas cuantas vibraciones de un bronce.

Otra cama, otra mujer, otro hombre, otra historia.

En Hegel las relaciones entre lo masculino y lo femenino, la eticidad tejida entre padre e hijo, esposa y esposo, y sobre todo entre hermano y hermana, tienen profundas implicancias, niveles y matices que alimentan nuestra tentación de explorarlas desde la obra de Jarmusch en cuestión, mas esto nos llevaría demasiado lejos, excediendo con mucho los límites y propósitos de esta humilde empresa.

Empero, no podemos pasar por alto el hecho de que cada una de nuestros personajes, especialmente Zack y Jack, se ven involucrados en una situación en que lo femenino interpreta la voz de la autoconciencia, del ser para sí hegeliano, pero que no alcanzará el nivel del en sí y para sí ideal.

Ambas mujeres, a pesar del momento de naturaleza en que Jarmusch nos las presenta, cuestionarán y harán ver a los protagonistas las debilidades de su obrar actual, uno por falta de proyecciones y el otro por su exceso. En todo caso, la profundidad de campo característica general del filme, nos permitirá, como espectadores, efectuar variadas y ricas lecturas visuales de tales escenas, las cuales ni si quiera intentan ser agotadas aquí.

Hay en lo anterior, también, un contraste ético entre la fuerza del deseo de nuestra naturaleza, sus afectos, su inmediatez, conflictos y oposiciones.

Llama poderosamente nuestra atención, también, el hecho de que los personajes principales sean hombres de una cierta condición etárea, laboral, familiar, o, en otras palabras, su ser civil. Y con qué facilidad son presas de las tontas trampas colocadas ante ellos por la ley de la ciudad, ante lo cual queda aún más en evidencia la naturalidad e inmediatez de sus acciones

De pronto, el tercero de nuestro héroes, casualmente, viene del extranjero. Aún no ha asimilado mayormente la cultura, el carácter general del norteamericano prototípico. Pero que trae sobre sus hombros el contrapeso de la ley subterránea, de la noche, el poder de la ley divina, no estatuida, desconocida pero mágicamente efectiva.

Como los otros dos, ha sido víctima de la ley del día; mas su idiosincrasia se impone ante la hostilidad e indiferencia de sus compañeros de celda que, con el paso del tiempo, sintetizado gráficamente en las marcas de la pared, se han ablandado a fuerza de golpes, y dan cabida poco a poco a la ley de la noche, de la comunidad. Esa ley que poco a poco aflora entre la intolerancia de los egos que presumen hacerse a sí mismos y que se niegan mutuamente.

De ahí en más la mirada se presentará de un modo general, en la cual aparecen siempre los tres convictos que, poco a poco, y sin que ningún decreto se los imponga, lentamente se abren, participan, comparten, juegan e incluso se escapan.

Visualmente el encierro resulta todavía más marcado por el hecho de que la cámara nunca nos saque de la celda, ni a las duchas, comedores, patios o cualquier otra instalación. Las únicas metáforas que empujan nuestra imaginación más allá de esas paredes y barrotes vienen de la mano de ese extranjero inocentón, buena persona, hasta cierto punto “tiernucho” y pueril, frente al rictus autosuficiente, orgulloso, pedante y apático de los convictos locales.

Bob trae la poesía norteamericana en una lengua foránea. Es patente su optimismo y buen ánimo, permitiéndose incluso dibujar una ventana hacia el exterior en vez de contar los días de encierro. Trae también cierta alegría al calabozo; además de esas escenas de películas que constantemente recuerda y que inspirarán su huida, llega incluso a revolucionar el pabellón con un cantar de leccionario de nivel elemental, despuntando aquí un breve sentimiento de comunión entre los convictos, pero que prontamente será sofocado por los instrumentos de la ley del día.

¿Qué lleva a nuestro extranjero a compartir con sus compañeros su plan de huida? ¿qué lo lleva a considerarlos como “sus” compañeros?

Si hipotetizamos sobre Zack, y especialmente sobre Jack, podemos estar casi seguros que no habrían actuado de la misma manera, y habrían escapado en el más profundo secreto y soledad, puesto que compartir dicha posibilidad implica asumir mayores riesgos, como el de que fracase la misión, o de que otro se adelante y arruine la alternativa.

¿Será mera coincidencia que haya sido Bob quien descubriera, quien pudiese ver la escapatoria? ¿Habrá algo en Zack y Jack, en su modo de ser o en su racionalidad, que les impida haber visto tal posibilidad?

Nos da la impresión de que es el poder de la ley de la noche la que ha unido a estos individuos anónimos y ha originado una rudimentaria forma de potencia ética, una especie de familia en la cual las diferencias formales y personales pueden ser reconciliadas gracias a la piedad propia y superior de dicha unidad.

Esta misma ley se realizará, una vez más, en el momento en que Zack y Jack huyen a nado y abandonan al Bob a su suerte, pero no resistirán el impulso de volver por él, mientras la ley del día se acerca fatal y sonoramente en el ladrido de los sabuesos.

Curiosamente, su libertad, la separación de la sociedad, los pone en una nueva prisión.

Están atrapados en un estado de naturaleza que es mucho más peligroso que la prisión misma.

Nuestros personajes peligran, están desorientados, sin alimento ni refugio, rodeados de bestias y amenazas, hasta que por fin llegan a una cabaña abandonada, extraordinariamente parecida a su antigua celda. No pueden permanecer ahí. Continúan por una especie de hado, buscando un regreso a la civilización.

Un picado los muestra reducidos sin el bote que encontraran, minimizados, sin mucho ánimo, sin saber qué camino tomar.

Ante la angustia, el hambre y la desorientación, el conflicto y la naturaleza se instalan y estallan en una nueva riña, que Bob, con su cultura familiar vendrá a apaciguar.

Vueltos otra vez a un estado inicial, Zack y Jack decidirán partir cada uno por su lado, intentando hacer su propio camino, pero fracasarán y volverán al calor del hogar y el alimento provistos por la encarnación de la ley subterránea, Bob, Quien encontrará el la huella y el rumbo hacia la civilización, y que por ello recibirá el mayor premio: la oportunidad de conformar su propia potencia ética, una familia nuclear atravesada por la cordialidad y el afecto naturales, animales.

En la secuencia de la comida, vemos claramente como la ley de la ciudad queda excluida por la ley subterránea. Niccoletta sabe perfectamente que está tratando con prófugos de la justicia, con enemigos del gobierno, pero no le importará, sino que actuará de acuerdo a lo que le dicta su costumbre, como si recibiera a grandes amigos.

Curiosamente, la nueva ropa de los convictos provendrá de un muerto, cuya vida más de algo tiene que ver can la de ellos: un jugador empedernido que no sabe administrar sus bienes decide regalar su trofeo a su sobrina antes de perderlo.

Es como si el muerto regresara en parte a la vida, y como si los vivos vivieran en vida una de sus muertes.

Ante la encrucijada, cada uno toma un camino distinto, volviendo sin más a su propia individualidad.

Lucas Esteban Espinoza González

Apreciación Cinematográfica

El concepto de pobreza moral en Diderot y Nietzsche y su anticipación al Estado moderno

1.- Introducción.

Pese a no ser ciertamente el primer caso en la historia del pensamiento occidental, encontramos ya en Tales de Mileto la primera manifestación inequívoca de un desprecio abierto y claro en relación al dinero y a la veneración casi religiosa que le profesa el hombre a dicho artículo de cambio, mostrando que el filósofo tiene sobrada capacidad de generarse negocios fructíferos, no haciéndolo empero, por estar lo suficientemente convencido de que no es ése el camino que el sabio debe seguir. Nos dice Aristóteles al respecto en su Política:

“Citaré lo que se refiere a Tales de Mileto, a propósito de una especulación lucrativa que le dio un crédito singular, honor debido sin duda a su saber, pero que está al alcance de todo el mundo. Gracias a sus conocimientos en astronomía pudo presumir, desde el invierno, que la recolección próxima de aceite sería abundante, y al intento de responder a algunos cargos que se le hacían por su pobreza, de la cual no había podido librarle su inútil filosofía, empleó el poco dinero que poseía en darlo en garantía para el arriendo de todas las prensas de Mileto y de Quíos; y las obtuvo baratas, porque no hubo otros licitadores. Pero cuando llegó el tiempo oportuno, las prensas eran buscadas de repente por un crecido número de cultivadores, y él se las subarrendó al precio que quiso. La utilidad fue grande; y Tales probó por esta acertada especulación que los filósofos, cuando quieren, saben fácilmente enriquecerse, por más que no sea este el objeto de su atención”¹.

En la misma vía, se cuenta que Sócrates expresaba sorpresa, a puertas del mercado, al ver tantos utensilios, productos y objetos que no necesitaba en absoluto para su mantención esencial y para el desarrollo del trabajo filosófico. No muy lejos en la línea de tiempo encontramos también al gran Diógenes, quien llevó a cabo los actos más radicales que se han realizado en contra del poder monetario adquisitivo y a favor de la virtud, necesariamente ubicada en las antípodas de la riqueza y del poder, fenómenos que parecen estar tan íntimamente ligados. Epicuro entiende y enseña asimismo la superioridad ética de una vida austera, sencilla y profunda, sólo asequible mediante el ensayo constante de estos principios en pos del placer refinado que experimentará quien vive virtuosamente. En Séneca encontramos el último de los grandes enfoques que la filosofía antigua da en esta dirección, con su literatura jamás puesta en práctica, plagada de pasajes vigorosos y severos.

Con el advenimiento del pensamiento cristiano, si bien tenemos referencia explícita en éste al abandono de las riquezas y al beneficio de los pobres, se establece como principio una esperanza de dicha ultraterrena que nos hace reconocer al César (y a los césares que le han seguido) como antagonista innegablemente poderoso en la tierra, frente al cual debemos demostrar sumisión y obediencia civil pues todo será juzgado en el día final y la ira de Dios será en la tierra. El reconocimiento por el emperador Constantino, con el Edicto de Milán en 313 d.C., de la igualdad de derechos del cristianismo frente a otros cultos, es un paso importante de divulgación de la doctrina y conformación de la Iglesia, y, al establecerse esta religión como la oficial del Imperio por Teodosio en el año 380, se prepara el camino de poder que tomó este órgano en el vasto terreno que alguna vez fue el Imperio Romano de Occidente.

Pronto nos veremos enfrascados durante siglos en el escrutinio agobiante en busca de demostrar la existencia del ser sin principio, todopoderoso y omnisciente –con sus respectivos castigos, torturas y condenas para los que disientan-, la defensa del poder monárquico como designio divino jerarquizado, y la directa relación entre Iglesia y Estado que condenaba civilmente lo que venía a ser un problema teológico y no pocas veces un problema estrictamente científico.

En consecuencia, el énfasis claro y sin ambigüedades que dan los autores y pensadores nombrados sobre el dinero y el carácter vicioso del enriquecimiento, queda relegado a un segundo plano frente a los grandes temas de la filosofía, desarrollados en la fastuosidad del papado y de los reinos, sólo legítimos estos últimos una vez bendecidos por el Sumo Pontífice y casi siempre entregados a familiares directos o a las uniones convenidas precisamente con este fin.

El descalabro que supone la Reforma religiosa primero en Alemania y luego en la Europa de la primera mitad del siglo XVI, tuvo además la implicancia de otorgar, mediante pago, los terrenos tomados a las iglesias a la burguesía ascendente, deseosa de estos terrenos, tanto como del debilitamiento del Papa y de su fuerte alianza con el Emperador alemán. De la posesión de dichos espacios se dará pie prontamente al cultivo a gran escala y al espíritu de producción sostenida tan característicamente moderno. Así encontramos obras como el Discurso sobre el acrecentamiento de la labor de la tierra, de Pedro de Valencia, publicada en 1605 o Restauración de la antigua abundancia de España, de Miguel Caxa de Leruela, aparecida en 1631, fomentando este afán industrializador que alcanza cotas dramáticas en pleno siglo XVIII y, ni que decir tiene, en todo el siglo XIX, sumiendo en la miseria y en la esclavitud a pueblos y países enteros. Esta burguesía ansiosa de poder y de aumento de riquezas, que no eran comparables, pese a ser altas, a las de la aristocracia, ejerció del mismo modo otro tipo de monopolio, no nuevo por cierto, como lo fue y sigue siendo la consecución de los altos cargos, tanto civiles, como eclesiásticos y militares.

Las estructuras políticas seiscentistas consolidadas, que hoy conocemos bajo el nombre de monarquía absoluta, son heredadas por el Setecientos con ciertos elementos diferenciadores propios de este siglo, tales como la toma de conciencia del mal reparto económico y de la producción, la estratificación social arbitraria, la idea de desarrollo compartido del exclusivista aparato educativo y el correcto funcionamiento de las instituciones, conformando una versión singular de este primer absolutismo, denominado luego despotismo ilustrado.

En estas circunstancias nace y trabaja el filósofo Denis Diderot (1713-1784), del cual diremos seguidamente unas pocas palabras, y cuya obra se proyecta poderosamente hacia el siglo XIX teniendo en Friedrich Nietzsche (1844-1900) un lector sensible e inteligente y un potenciador radical de la idea base que trataremos.

2.1.- Diderot: fe técnica como fe social.

Se ha planteado en más de una ocasión que Diderot, al acercar el desarrollo técnico e intelectual contenido en la Encyclopédie, en la cual trabajó como editor y colaborador, al mayor número posible de personas, es promotor del concepto de progreso industrial avasallador, que tomaría curso en Europa a partir de entonces; mas nos vemos en la obligación de recalcar el carácter moral e igualitario que se descubren en sus escritos, además de un sano distanciamiento del lujo como principio equitativo entre ciudadanos modernos. El desarrollo mecánico del que hablamos y que sirve de plataforma a la industrialización de los países europeos, no es fiel al pensamiento original de los enciclopedistas que veían en la aplicación directa de los conocimientos a la vida, una ayuda y un complemento para la población que aumentaba vertiginosamente y que encontraría en la técnica razonada la felicidad terrena.

“¿Qué nombre dar a un inventor? El de hombre de genio. ¿Qué nombre queda para los que llevan las invenciones primitivas a ese punto de perfección que nos sorprende? El mismo. Es así que el eco de los siglos va repitiendo sucesivamente el espíritu sublime (…)”².

Este espíritu sublime es para Diderot su realización absolutamente material, siempre aquí, en la tierra, donde busca establecer la certeza de las necesidades básicas cubiertas para ir en busca de los productos inmateriales del pensamiento que naturalmente deben tener, si son honestos, el derecho de ser creídos y poseer autoridad en su calidad de verdadero, pues:

“(…) La ciencia evita que uno se engañe a sí mismo, y aleja el error que pudiera nacer de la ignorancia. La buena fe evita que se engañe a los demás, y reprime la mentira que la maldad trataría de acreditar. Luego, son los conocimientos y la sinceridad los que dan la verdadera medida de la autoridad en el discurso (…)”³.

Estos dos elementos son inseparables en todo plan avanzado de ingeniería social. El progreso humano –un progreso no entendido como despliegue de tropas armadas con el objetivo de tomar territorios, sus recursos naturales y mano de obra esclava- es absolutamente posible con la guía del pensamiento y el consejo, siempre verdadero para el filósofo, del sentimiento, de la intuición perfectamente cierta e indudable fundamentada en la virtud y la justicia. De este modo, quien en principio parece ser un racional implacable, con plena fe en los conocimientos, es a la vez un hombre que observa constantemente sus emociones y apreciaciones más intangibles, y así nos dice en sus Pensamientos sueltos sobre la pintura, la escultura y la poesía:

“Charle a veces con el erudito; pero consulte al hombre delicado y sensible”⁴.

La técnica es un complemento, un apoyo al progreso integral del hombre, y como tal debe utilizarse; la honestidad y buena fe en los actos son la mitad de todo proceso humano, sin las cuales no se realiza nada grande, nada que alcance todas las épocas indistintamente, y se prolongue hacia las épocas posteriores.

2.2.- Primer acercamiento en Diderot al derrumbe moral de la burguesía moderna.

Un aspecto poco tratado en este autor es la clarísima separación que hace entre dinero y arte, prácticamente como materias que se excluyen y que debemos mantener una fuera del alcance de la otra. De este modo, nuevamente en sus Pensamientos sueltos sobre la pintura, la escultura y la poesía nos dice:

“En el momento en que el artista piensa en el dinero, pierde el sentimiento de lo bello”⁵.

No queda lugar a dudas, esto es lo que el autor nos quiere decir; sin el efectismo de un lenguaje rebuscado, esta sola línea posee una profundidad única, menospreciada y no entendida por casi la totalidad del mundo moderno, acostumbrado a ver en la retribución económica el valor de cualquier tipo de trabajo y proyectando en su descendencia el mismo sentido de intercambio, tan caro a los proyectos igualitarios o de equidad social, al mundo de las artes no ligadas al espectáculo y a la filosofía radical, materias relegadas a ser letra muerta para la modernidad capitalista, que nos enseña desde los primeros años a iniciar esta valoración de las cosas y de las relaciones sociales entre los hombres. Todos los esfuerzos capitalistas apuntan en esta dirección. Creemos significativo que el filósofo nos diga más abajo:

“Lo bello es solamente lo verdadero, puesto de relieve por unas circunstancias posibles, pero escasas y maravillosas (…)”⁶.

2.3.- Reafirmación de un sexagenario.

Una de las protectoras de Denis Diderot, que conocemos hoy bajo el nombre de Sra. Geoffrin, decidió, en un acto de generosidad, redecorar el viejo cuarto del filósofo y renovar su vestuario, sin duda actuando con la mejor intención, y donde se desechó, al parecer, la bata que acompañaba al pensador desde hacía varios años. La respuesta del autor no se hizo esperar y aparece publicado en 1772 un escrito titulado Lamentos sobre mi vieja bata o aviso para los que tienen más gusto que fortuna, en el cual se muestra el espíritu austero y, como se verá, socialmente constructivo del enciclopedista. Debemos hacer notar la notabilísima extensión de los hechos meramente materiales al mundo de las costumbres, de la ética y de apreciación del mundo. Refiriéndose a la bata:

“No había necesidad a la que su complacencia no se prestara, pues la indigencia es casi siempre oficiosa. Si un libro estaba cubierto de polvo, uno de sus lados se prestaba para limpiarlo. Si la tinta espesa rehusaba fluir, prestaba el flanco. Se veían en ella, marcadas por largas rayas negras, los frecuentes servicios que me había rendido. Esas rayas denunciaban al literato, al escritor, al hombre que trabaja. Ahora parezco un perezoso rico; no se sabe quién soy”⁷.

Los hábitos hacen al hombre y el hombre seguro de la profundidad de su labor no ve como oprobio lo que para otros pueda serlo, ni como ejemplo a seguir lo que otro muestre u ostente como ejemplo sin ser verdadero y bueno. El hombre conserva su independencia no identificándose con las convenciones sociales basadas en el prejuicio y la comodidad como principio de acción dirigida, no identificándose con la ganancia, comprendida en la débil y mala acepción popular moderna.

Pero esto no es lo mayor; en realidad, para Diderot, la riqueza tiene una negativa influencia directa en el hombre. Nos advierte:

“Amigos, teman la influencia de la riqueza”⁸.

La riqueza corrompe, embota, entorpece, aleja de lo verdadero y de lo esencial, nos distrae en lo superfluo, nos vuelve codiciosos y pequeños. Mas el filósofo resiste:

“No, amigo, no: no estoy corrupto. Mi puerta se abre todavía para el necesitado que se dirige a mí: él me encuentra igualmente afable. Lo escucho, lo aconsejo lo socorro, lo compadezco. Mi alma no se ha endurecido; mi cabeza no se ha envanecido. Soy tan amable como antes. Tengo el mismo tono de franqueza; la misma sensibilidad. Mi lujo es de fecha reciente y el veneno todavía no ha obrado” ⁹.

Con estas palabras Diderot entra a un terreno sin duda refutado con brío por los adinerados filántropos. No obstante, si bien existen honrosas excepciones de gente rica generosa y de espíritu social constructivo, el principio de la acumulación de riquezas es el real corruptor del hombre, y la tendencia intrínseca que conlleva dicha práctica es la desviación de lo correcto que pocos son capaces de evadir, es este principio, esta afirmación de la riqueza y del enriquecimiento, su validación, lo que propicia el abuso de poder, el instinto desatado de posesión, el engaño al semejante por intermedio de artilugios y códigos viciados desde su mismo origen, la explotación brutal de todo tipo de fuerza de trabajo y de los recursos naturales y comunes que comprobamos inapelablemente en los siglos industriales, la sensación de estar por encima de las leyes y de poder conseguirlo todo, incluso la amistad, el respeto o el amor, a través del dinero, que nos aleja de las percepciones invisibles indispensables a toda cuestión verdadera basadas en la intuición de estar haciendo lo justo y lo legítimo. El fenómeno consumista del siglo XX, que dejamos atrás hace ya una década, y su actualidad global sin indicios de retroceder, adolece fuertemente de este mal presentido por el filósofo parisino y proyectado en sus escritos distintamente.

Un factor de relevancia no menor expuesto en Lamentos sobre mi vieja bata, relacionado con las percepciones invisibles en el mundo, es la depreciación moderna para con la obra de arte y de la experiencia estética propiamente tal, factor que también encontramos difuminado, siempre presente, en toda la obra de Nietzsche. Es un hecho de importancia sustancial la cercanía de estos autores con las disciplinas artísticas y con la Historia del Arte, con el fenómeno estético que se reafirma para los siglos posteriores como posibilitador real de excelencia humana. El autor pide que su Vernet no sea sacado de la habitación, que dicho cuadro es capaz de “representar todas las circunstancias del instante que ha seleccionado” y, al apreciar esta agudeza del artista, debe confesar que “el pintor ha humillado al filósofo”. El arte es el objeto sugestivo por antonomasia, el objeto que se desea como perdurable para las épocas venideras, el objeto de mejoría humana, un lente de aumento para las circunstancias del mundo y la nobleza que las puede envolver, un soplo de eternidad frente a la muerte natural del hombre, que debe ser transmitida, traspasada de generación en generación, todo esto dicho con la autoridad de un pensador que bordea los sesenta años de vida, sin ciertamente haber pensado poco y desperdiciado sus horas:

“¡Cuán verdadera es esta escena! ¡Con qué ligereza, facilidad y vigor ha pintado todo! Quiero guardar este testimonio de su amistad. Quiero que mi yerno lo transmita a sus hijos, sus hijos a los suyos, y esos a los niños que nacerán de ellos” ¹⁰.

3.1.- Consagración del Estado burgués, industrialización y trabajo remunerado moderno.

Ya desde fines del siglo XVII las prácticas mercantiles al interior de la monarquía inglesa, (por ejemplo la creación y puesta en marcha de la banca estatal, sirviendo como banco del tesoro público y banco de bancos, como instrumento de emisión de deudas y redescuento de efectos, entre otros varios servicios y especulaciones), dieron agilidad a las transacciones monetarias y multiplicaron los bienes tanto privados como públicos. Pronto se extenderán estas prácticas a países como Escocia en 1727 o España en 1782. Asistimos desde este momento, y definitivamente, al mercantilismo de Estado, involucrado en los diferentes asuntos de sus funcionarios y conveniencias de las familias que, una vez en el poder, buscarán más que nunca la permanencia y participación direccionada al interior de tal Estado.

Tras la caída progresiva de la aristocracia, detonada con el proceso revolucionario francés, la burguesía se encumbra y consolida a la cabeza del sistema social europeo, haciendo que la contraposición antes establecida entre la abundancia de la aristocracia y las necesidades del campesinado sean llevadas al plano del mismo campesinado pero ahora frente a la burguesía. La diferencia y defensa a la vez que estos últimos esgrimieron y esgrimen como legitimación de sus intereses, radica en la idea de ser una economía más dinámica en comparación con el rentismo ocioso de la aristocracia, lo que se contradice en esencia tras observar el crecimiento de las fortunas privadas de la época y el mantenimiento paupérrimo del trabajador obrero, incluso, sin ir más lejos, en el mismo Chile decimonónico. Las mansiones y posesiones de todos los terratenientes del siglo, sin excepción, corroboran su actuar. En otros términos, es una economía mezquinamente dinámica sólo si el obrero no pretende vivir dignamente, o tiene la osadía de exigir trabajar menos de las catorce a dieciséis horas de turno iniciales de la era fabril, o de trabajar sentado durante esas horas, o si decide adquirir sus productos fuera del sistema de pulpería, tan sólo otro aparato de comercio con sus respectivas ganancias económicas. Abundantes y luctuosas cifras corroboran las diversas represiones violentistas desplegadas en contra de los trabajadores manifestantes y de sus familias.

En síntesis, el siglo XIX es indiscutidamente el siglo de la fábrica y la industria, donde las urbes sirven de alojo miserable a miles de campesinos empobrecidos sin más opción que el ingreso como mano de obra a las fábricas explotadoras de niños, mujeres y hombres por igual, a quienes remuneraban con una paga exigua que apenas cubría las necesidades básicas de alimentación, sumergidos en un hacinamiento rayano en lo putrefacto.

3.2.- El trabajo asalariado como vicio moderno en Nietzsche.

Tal como vemos en Diderot la identificación cierta de los principios viciados de la burguesía moderna, creemos encontrar en Nietzsche una visión aún más explícita y personal, si bien social, también profundamente artística de la modernidad. Un desear para el hombre la cualidad cada vez más subestimada de la contemplación, la reflexión y la apreciación estética.

Tras los apurados acontecimientos que tienen efecto en Europa y tras el fracaso de los intentos por lograr los principios de libertad e igualdad expuestos por la Ilustración, vemos el avance de las crecientes industrias en todas las grandes capitales y al empleador como un nuevo Mesías que nos entregará la salvación mediante el progreso pensado como indefinido. Nietzsche reacciona frente a esto con aspereza, viendo el fenómeno como un círculo interminable y al trabajador como un ser débil e igualmente viciado al conceder a tal nivel su dignidad y entregar su vida a un artefacto miserable.

“Hay una barbarie (…) en la sed de oro de los americanos: su ansia de trabajar sin descanso –vicio característico del nuevo mundo- constituye una barbarie que ha empezado a contagiar a la vieja Europa y a extender por ella una falta de ingenio realmente singular. Ahora avergüenza descansar: al que se entrega a una larga meditación casi le remuerde la conciencia. (…) ¹¹.

Este afán por trabajar es despreciable y, cosa peor, tiene la especialmente negativa facultad de entorpecer, alienar y extraviar el pensamiento del hombre, su proyección y profundidad. La tiranía de cumplir horarios desordena los movimientos del alma, nunca regidos por éstos, siempre misteriosos e intrincados. De este modo, un poco más abajo nos dice:

“El principio de que ‘es preferible hacer cualquier cosa a no hacer nada’ representa un cordel que estrangula toda cultura y todo gusto superiores (…) Pues la vida a la caza de ganancias obliga continuamente a la inteligencia a gastarse hasta el agotamiento, mientras que se está siempre preocupado de disimular, de obrar con astucia o de aventajar a los demás: hoy, la virtud esencial consiste en hacer algo en menos tiempo que otro” ¹².

El trabajador moderno entrega lo más precioso que posee, su libertad y su energía pensante; concediendo la razón en esto al filósofo de Röcken, debemos agregar sin embargo, en defensa de las víctimas inocentes, que en miles de casos las posibilidades de elegir no existían en absoluto y las taras de los niños puestos a trabajar a los siete años de edad o antes, serían un hecho lamentable e irreversible.

Cuando las condiciones laborales mejoran un poco con el correr de los años, bajo el impulso del socialismo utópico fundamentado en las ideas de Charles Fourier (1772-1835), Saint-Simon (1760-1825) o Robert Owen (1771-1858), todos en plena actividad a comienzos de siglo, quienes intentaron despertar una conciencia social en lo referente a las condiciones de trabajo de los empleados, surge otro fenómeno, reafirmativo del capital, que Nietzsche observa agudamente: nos referimos a la remuneración como motivación primera y última del trabajo.

“En los países civilizados casi todos los hombres son iguales en cuanto al hecho de buscar trabajo para obtener un salario: para todos ellos el trabajo no es sino un medio, no el fin en sí; por eso son poco exigentes al elegir trabajo, el cual sólo les importa por la promesa de la ganancia, siempre que esta sea considerable”¹³.

Este objetivo del trabajo tiene implicancia directa en los acontecimientos actuales referentes al negociado en que se ha transformado la educación. El status de vida que se despliega ante la vista una vez conseguido el empleo bien remunerado y que se ha vuelto algo realmente deseable para la mayoría de los hombres a partir de este período histórico, tiene una doble realidad, siendo, en el fondo, mantenedor del orden civil capitalista, que limita y condena todo movimiento alternativo, discrimina, criminaliza y ridiculiza todo intento u opción que busque caminos no establecidos por el patronazgo. Este hombre trabaja entonces en lo que sea bien remunerado, muchas veces esperando con ansias el fin del extenso turno laboral y dispuesto a olvidarse de éste, a como dé lugar, una vez fuera, recurriendo a vías de escape generalmente conectadas con el espíritu consumista o de intoxicación, que esconde, no muy disimuladamente para ser francos, sendos negocios pertenecientes, como es de esperar, a la oligarquía recalcitrante.

“Con ello quedan raros momentos en que se permite ser leal: y en ellos la gente está tan cansada que no sólo desea ‘dejarse llevar’, sino también tumbarse perezosamente.(…) Si se sigue encontrando placer en la vida social y en las artes, es en el sentido de los esclavos embrutecidos por sus pesadas faenas” ¹⁴.

3.3.- Crítica del enriquecimiento material en Nietzsche como fundamento de una ética humanista superior.

En concordancia con Diderot, y como veníamos diciendo, Nietzsche también establece una relación directa entre enriquecimiento material y empobrecimiento espiritual, una relación que puede ser tachada fácilmente de prejuiciosa si no se comprobasen tantos casos en lo que a ello respecta. El hombre ya utilizó su tiempo en dicha adquisición material no pudiendo esperar un tiempo equivalente para el estudio de lo elevado, y en situación de nacer este hombre con todas las necesidades básicas (y otras no tan básicas) cubiertas, debe demostrar sustraerse del instinto egoísta saturado de oportunismo y codicia que significa el mantenimiento de tal orden social. Aunque celebramos explícitamente las excepciones.

“Libros malos.- El libro debe pedir pluma, tinta y escritorio; pero generalmente son la pluma, la tinta y el escritorio los que piden el libro. Por eso los libros actuales no tienen tanto valor” ¹⁵.

Mas no todo está perdido para el autor del Anticristo; existe un camino, una salida, conectada con los principios filosóficos ilustrados que aquí hemos expuesto, al tomar la idea de posesión material sólo en su aspecto estrictamente necesario y útil, que debiera ser válido y real para todo ser humano, si se pretende alcanzar un verdadero desarrollo como civilización. Así, la idea moral es necesariamente dirigida a los acaparadores, a los oportunistas y a los aduladores irreflexivos, a los conservadores no percatados de su complicidad con la máquina, a los egoístas e insensibles, a los indiferentes.

“El impuesto de lujo.- Pagamos muy caras las cosas más necesarias e imprescindibles que compramos en las tiendas, porque al comprarlas también nos hacen pagar lo que queda por vender y que rara vez encuentra comprador: los artículos de lujo, las cosas superfluas. De esta manera, el lujo grava continuamente con un impuesto las cosas sencillas y corrientes que nada tienen que ver con él” ¹⁶.

No se niega la utilidad material básica, pero lo material es sólo lo esencial para conseguir lo inmaterial, el pensamiento capaz de conciliar, expandir y potenciar las capacidades de los hombres. Las cosas sencillas son lo necesario e imprescindible, lo que debe importar al individuo por sobre todo lo accesorio. Este aforismo echa luces en múltiples direcciones históricas concatenadas, viéndose anunciado aquí todo el modelo mercantil contemporáneo, con sus multimillonarios, mansiones de actores y directores cinematográficos, escritores best sellers, vale decir, las prácticas de todos los empresarios modernos.

El filósofo lúcido se aparta de este actuar raquítico. El autor declara:

“Sin embargo, encontramos a una pocas personas que prefieren morir antes que dedicarse a trabajar a disgusto; son naturalezas que tienden a elegir y difíciles de satisfacer, que no se contentan con una apreciable ganancia, si el trabajo en sí no constituye la ganancia de todas las ganancias” ¹⁷.

Es fundamental que todo pensador se resuelva a mantener esta postura en consecuencia con la obra total, con esta “ganancia de todas las ganancias”, con la construcción social que le corresponde al intelectual genuino y que debe trabajar desde la postura radical de transformar los cimientos del mundo que no ha elegido pero que identifica claramente con el acorralamiento en que se intenta sumir y hacer caer al hombre, con la represión y hostigamiento hacia éste a fin de mantener la antigua relación de amo y esclavo que creemos arbitraria, soportando estoicamente y con ánimo de triunfo las vicisitudes a las que se verá expuesto inevitablemente.

“Pobre.- Hoy es pobre: no porque se lo hayan quitado todo, sino porque lo ha tirado todo -¿qué le importa? Está acostumbrado a encontrar. –Pobres son los que no entienden su pobreza voluntaria” ¹⁸.

La infravaloración en que se encuentran estos principios morales, tremendamente constructivos como se ha tratado de mostrar, no es totalmente generalizada, y tomamos, para finalizar, las palabras de un pensador como Albert Einstein (1879-1955), ya en contacto con los mecanismos de dominación contemporáneos, que evidencian lo profético en la identificación de esta tiranía mercantilista, hoy en su momento de auge innegable.

“El problema contra el que se enfrentan los intelectuales de este país, Estados Unidos, es muy grave. Los políticos reaccionarios han conseguido que el público sospeche de cualquier propósito intelectual, encegueciéndolo con la amenaza de un peligro exterior. Puesto que hasta ahora han tenido éxito han pasado ya a limitar la libertad de enseñanza y a privar de sus puestos a todos los que no se muestran sumisos, es decir, comienzan a matarlos de hambre. ¿Qué debe hacer contra este peligro la minoría de los intelectuales? En verdad no veo más sistema que el método revolucionario de no cooperación, en el sentido de Gandhi. Todo intelectual al que convoque uno de esos comités, debe rehusarse a declarar. Esto es, ha de estar dispuesto a ir a la cárcel y a correr la ruina económica, a sacrificar, en síntesis, su bienestar económico en favor del bienestar cultural de su país.(…) Si hay suficientes individuos dispuestos a adoptar esta seria actitud se conseguirá el triunfo. De lo contrario, los intelectuales de este país sólo merecerán la esclavitud que se les prepara” ¹⁹.

Texto de la monografía presentada en la asignatura de Dialéctica por Andy Pérez

El suicidio desde la mirada antropológica

El tabú es la prohibición establecida por una élite de una acción concreta que pueda generalizarse y colocar en riesgo el control que ejerce aquélla sobre la sociedad. Pero cuando se define el tabú en función del suicidio, sucede algo que no ocurre con otros tabúes. El primero no propende al resguardo del control, sino que persigue evitar la extinción voluntaria de los hombres. Así, el suicidio es considerado casi universalmente como tabú por cuanto no se ha dado una fundamentación lógica-racional que lo invalide como opción.

Aun cuando las propias sociedades han legislado sobre otras formas de aniquilación de la vida humana, se resisten a la mera idea de que unos sujetos decidan deponer su propia vida cuando les plazca, en el contexto de una dimensión totalmente individualista e indeterminada.

Un acto que conlleve la idea de negar al hombre equivaldría a afirmar al hombre y en esto el suicidio no se diferencia de los demás tabúes. Nos queda, pues, la solitaria afirmación del objeto, en este caso del objeto hombre. Es el hombre afirmado, que, por medio del tabú, pasa a constituir lo que Hegel denominaría un ser determinado. Así, al contrastar forma y fondo, resulta que el hombre es nada excepto sí mismo. Pero esta afirmación reduce al hombre al ser del hombre.

Ahora bien, al hacernos cargo de lo que es, podríamos concluir muchas cosas acerca de él y hasta lograr darle un límite, encerrándolo en la determinación de una idea que lo contenga. Al circunscribirlo, resulta que ya no es más que un fenómeno (uno de infinitos) y, en tanto tal, no es en sí ni para sí mismo. Dicho de otro modo, si la autoconciencia se provoca porque la realidad especula sobre sí misma, entonces aparece el yo como punto culminante de la conciencia y no el hombre. Esto ocurre así porque es el hombre lo que se objetiviza y determina y no el yo. Pero los diversos yos que componen la sociedad están a merced de los yos que forman parte de la élite, y ésa va a ser una diferenciación relevante a la hora de comprender por qué un tabú es una suerte de dogma que busca, mediante una prohibición, sostener su objeto de interés, en este caso el hombre, pero no como ser indeterminado, sino como hombre sistematizado en sociedad, el objeto de la élite.

Luego, el hombre en sociedad no es sino lo que es y, lo que es, es también aquello que lo sostiene, o sea, el tabú. Si el suicidio es considerado como un tabú en su definición clásica, es decir, un acto de control (lo que considero una interpretación equívoca), no sería incompatible con la idea de proponerlo como una acción afirmativa del hombre para sí, aunque por una cuestión estética, nos indique lo contrario.

¿Qué es, pues, suicidio? Al respecto, el denominador común en sus definiciones apunta al hecho de la aniquilación de lo humano, donde los aspectos culturales cesan, así como también los biológicos, a manos del propio interesado en que eso se concretice. Pero para establecer cosa semejante, es decir, la defunción y la cesación del ser determinado, es necesario tomar al hombre como un objeto. Nuevamente se lo reduce, en tanto que previamente se le había negado su posibilidad de ser en sí y para sí.

Suicidarse para sí mismo implica que el suicida se improyecta de forma misteriosa e irracional. El cese de uno mismo a manos propias parece indicar la búsqueda, o más bien el descubrimiento, de la cancelación del efecto espejo tal y como el pensamiento sistematizado lo ha venido concibiendo. Y es que es el yo del hombre el que quiere la muerte. Es la indeterminación misma la que ha decidido desde y para sí misma. Acaso viene así a constituir el acto más inmanente del que pueda tenerse noción.

El suicidio consumado es, hasta aquí, irreversible y, por tanto, siendo ejecutado por sí mismo (el propio hombre), el acto más soberano e intransferible del ser humano. Le es propio en lo absoluto, tiene que ver sólo con el suicida, sólo puede provenir de él en lo ideal y en lo material. El suicidio sólo descarta al hombre-objeto, pero respecto del yo o la autoconciencia sólo podríamos afirmar que lo interrumpe o coloca en suspenso. Pero ese mutismo de la indeterminación es interpretado desde el mundo fenomenológico como una irrealidad en el sentido estricto del concepto.

Desde este plano, y siendo consecuentes con el discurso desplegado hasta aquí, al suicidio habría que considerarlo un acto eminentemente prohumano, talvez sublime, de la idea del hombre para sí. El hombre es suicida y puede serlo sólo si él lo quiere. Por lo tanto, el acto suicida se inscribe en el ámbito de lo ético.

La noción suicida en el yo es tan implícita como la propia autoconciencia. De hecho, saberse para sí es saberse para la muerte y el quitarse la propia vida o, si se quiere, abandonarse a la muerte libre, es un paso que, en rigor, no obstruye la indeterminación.

Por otra parte, si nos atenemos al principio de control asociado a las élites, queda patente que una vez que el suicida consuma su acto ya no es más objeto de control, lo que no debe confundirse con que interfiera con él, que es la razón genérica de cualquier tabú.

Cuando se concibe un tabú como un mecanismo que desde la élite preserva un modelo en favor de unos pocos en oposición a los muchos, se comprende que apunta a la afirmación de los primeros y la negación de los segundos.

Cuando Durkheim propone la solidaridad social, pero caída en desequilibrio, arguye que la forma de reacomodar las funciones sociales va a consistir en una nueva y mayor diversificación y división del trabajo. Es decir, ante una conmoción social derivada de actos masivos reconocidos como tabúes (o como consecuencia de otros mecanismos), la manera en que las élites reducen la posibilidad de la pérdida del control sobre una parcela de la “sociedad” es castigando a los infractores. Como la élite no se considera afecta a las circunstancias que rigen al resto de la sociedad, administra el castigo sólo al grupo “antisocial”, en función de sí misma y no del conjunto social infractor al que pretende educar, preservar y hacer progresar.

Por tanto, tabú es aquí una herramienta para el control, un medio de manipulación. Violarlo no atenta contra la continuidad del hombre, sino que más bien atenta contra una manera particular de mando sobre hombres particulares que no son parte de las élites.

No obstante, la figura del suicida aparece como un avatar que tiene y pronuncia la última palabra. El suicida cierra la puerta por fuera y se lleva consigo todo lo humano que podía constituirle. Se ha secuestrado a sí mismo en un acto en que, simultáneamente, por medio del lenguaje, ha renunciado a él dejando el eco perenne de su última expresión-mensaje. De hecho, la resonancia infinita parece ser lo único más cercano a lo ritual, con la diferencia de que los rituales tienen periodicidad y, por tanto, dependen del tiempo, se inscriben históricamente, requieren sucesión y un otro que les reconstruya. Por lo demás, ningún suicidio (moderno al menos) se inscribe en la eternidad: opera en la realidad.

Por su parte, la conciencia colectiva va a reprobar el suicidio (y al suicida) por el simple hecho de considerarlo tabú, mas la élite lo rechazará porque atenta contra su ataraxia e instala la perplejidad. La élite necesita acallar, enmascarar y hasta tergiversar lo más posible el suicidio, de ahí que el tema sea tan controvertido. Baste el sólo ejemplo de que es incluso legal quitar la vida a otro (guerras, legítima defensa, eutanasia), pero en ningún contexto moderno y menos posmoderno, se despenaliza al suicida excepto si lo hace por acto de sacrificio o altruismo. Parece que seguir el ejemplo suicida sí que es atentatorio para el orgullo de la élite.

Ahora bien, es precisamente en el contexto moderno donde se declaran los derechos universales del hombre y, hasta aquí, nada se dice del derecho a renunciar a la vida libre y espontáneamente. De sancionarse favorablemente en el derecho (o al menos en el plano moral), la élite se vería forzada a reconocer una fisura inicial que explicitaría la precariedad de los ideales o valores de los que se sujeta para mantener la dominación, ya que hasta ahora no ha elaborado una explicación plausible del por qué rechazar el suicidio.

Durante el desarrollo de este ejercicio en relación al tabú del suicidio, hemos intentado establecer que el suicidio no constituye tabú, puesto que no atenta directamente sobre la forma del control por parte de la élite. Más que como un tabú, podría ser visto, en cambio, como una especie de fantasma que la persigue, puesto que de todos modos la élite se ve forzada a cubrir esta conducta con un manto de prohibición que las mayorías identifican con el del tabú.

Texto de la monografía presentada en la asignatura de Antropología y Estética por Jorge Toloza.

HORARIOS DE CLASES

Para el período lectivo 2012, se ha aprobado un programa de estudios que incluye, en nuestra sede en Santiago, las siguientes disciplinas:

Inglés I lunes-miércoles 19.00 hrs

Inglés II lunes-miércoles 20.30 hrs

Filosofía I viernes 9.00 hrs

Filosofía II viernes 10.30 hrs

Probabilidad y Estadística viernes 20.00 hrs

Historia Antigua sábado 9.00 hrs

Literatura sábado10.30 hrs

Las clases comenzarán la tercera semana de marzo de 2012.

HOMENAJE A MATTA FUE UNA FIESTA POPULAR

Un sentido homenaje al pintor chileno Roberto Matta realizó Academia Libre el pasado sábado 26 de noviembre, convocando a la ciudadanía a disfrutar, en plena vía pública, de música en vivo y de un documental que recorre la vida y obra del destacado artista. "Matta, el Ojo de un Surrealista", fue proyectado en la calle, junto a la Plaza de la Libertad de Prensa, en el marco de las iniciativas de extensión que desarrolla Academia Libre con el objeto de instalar el debate y la reflexión universitaria en el ámbito territorial y en la vida cotidiana de las personas. Así, quienes participaron de la actividad, pudieron apreciar imágenes del autor en pleno proceso creativo, explicando él mismo tanto su modo de enfrentar la obra plástica como el sentido en que ésta expresa un profundo compromiso social. Para materializar la jornada cultural, Academia Libre coordinó sus esfuerzos con otras organizaciones del entorno, como Ensamble y Crisol, dando así un ejemplo de sinergia en las dinámicas de articulación social. En la ocasión, asimismo, los vecinos conocieron más de cerca nuestras reflexiones sobre educación, se informaron sobre el Programa de Estudios 2012 de Academia Libre y compartieron con nosotros una fiesta popular que profundizó los lazos y consagró la fraternidad como una hermosa tradición.

ACADEMIA LIBRE

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un día en la feria

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