lunes, 29 de octubre de 2012

Mineduc, el Agente Empresarial por la Rentabilidad de las Carreras



“No es razonable prohibir las relaciones entre universidades y empresas”, fue la descarada afirmación sobre el lucro planteada hace un par de meses por el ministro de Educación, Harald Beyer, quien no tuvo escrúpulo alguno para agregar que dicho contubernio, que ya no es en nombre del desarrollo social, sería perfectamente “legal” (cooperativa.cl, 22 de agosto). La marcada inspiración mercantilista que defendió entonces la autoridad comienza ahora a perfilarse en medidas concretas, con un sello de comerciante que ni la dictadura militar se atrevió a ensayar entre los múltiples desastres que aportó al sector de la enseñanza. En esa dirección, una de las impresentables iniciativas anunciadas en los últimos días por el secretario de Estado consiste en olvidar ejes como la excelencia académica y las necesidades del país a la hora de incentivar o no la existencia de carreras universitarias.    


                    Desde el año 2014, dijo Beyer, los aranceles de referencia, o sea, el monto cubierto por becas y créditos estatales, considerará en su cálculo las variables de sueldo y empleabilidad. ¿Qué quiere decir esto? En buen castellano, significa que las políticas públicas desincentivarán la matrícula en las disciplinas y programas de estudios que el mercado considera “no rentables”. El anuncio es una pésima noticia desde distintas perspectivas. Primero, porque ya desde antes la cobertura pública en materia de financiamiento estudiantil era baja, alcanzando el sustento institucional a una porción modesta del arancel real para la generalidad de las carreras, brecha que ha sido utilizada como Caballo de Troya para ir privatizando el modelo de educación. En segundo término, como hemos adelantado, se ha resuelto, con mezquinos criterios fenicios, reducir hasta en 60% la ya pobre cobertura que exhibían las disciplinas que el sistema vigente mira por sobre el hombro, por estimar que sus estudiantes tienen escasa capacidad de pago para sustentar futuros reembolsos. Pongamos un ejemplo para ilustrar la fortísima dimensión de lo que se va a hacer con la vida universitaria de aquí en adelante. Hoy, la carrera de Sicología en la Universidad Católica registra un arancel anual de 4 millones de pesos. Frente a ese monto, el arancel de referencia ya es de exiguos 2,6 millones que condenan a cualquiera al endeudamiento o la automática exclusión. Sin embargo, la medida adoptada por el Mineduc radicalizará ese drama, reduciendo, en 14 meses más a contar de ahora, el cálculo referencial a 1 millón de pesos, esto es, exactamente la cuarta parte del arancel. Algo análogo ocurrirá en esa casa de estudios con Derecho, que hoy cuesta más de cuatro millones y cuyo arancel de referencia es de apenas 2,6 millones. Según los cálculos preliminares, esa cifra caerá a 2,1 millones al aplicar la modalidad de Beyer.                    Con brutal lógica economicista, la estimación del Ministerio de Educación hace una tasación de carácter bursátil de las carreras, reduciendo su valor relativo a la mera probabilidad de desempeño laboral y retorno remunerativo del egresado, sin tomar en cuenta la calidad del programa de estudio ni las necesidades sociales a las cuales dichas disciplinas pueden dar respuesta. Ese nuevo peldaño privatizador exacerba la escena complicando especialmente a las mejores universidades, porque el nuevo arancel de referencia con suerte sustenta el área docente, pero no las funciones estratégicas de una verdadera casa de estudios. Como bien ha advertido al respecto el académico de la UC Ricardo Paredes, el arancel de referencia se ubicará en un nimio 40% para la Universidad de Concepción y la metodología entrante “permitirá financiar sólo el costo de educar”, en detrimento  de las áreas de investigación y extensión (La Tercera, 9 de octubre).

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“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”

 Pablo Picasso

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