lunes, 29 de octubre de 2012

Alcances Supuestamente Académicos de la Prueba Inicia


Es sabido que, en el corto plazo,  la Prueba Inicia pasará a ser obligatoria y habilitante de la condición de profesor. Los estudiantes de Pedagogía Básica rehúsan esta evaluación por considerarla enciclopedista e incapaz de evidenciar las competencias docentes. Así lo refiere la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Yoxcy Campos, quien enfatizó que “la Prueba Inicia castiga a los alumnos y no al sistema” (cooperativa.cl, 15 de mayo). Es cierto, pero ¿por qué la encuesta Cooperativa e Imaginación revela que 8 de cada 10 personas están a favor de que esta evaluación sea obligatoria?                                    No se trata aquí de justificar o no el instrumento desde un punto de vista técnico, sino de reflexionar sobre cómo una sociedad valora el acopio de contenidos y su uso articulado. El propio rector de la UMCE, Jaime Espinosa (quien evaluó positivamente el promedio obtenido por la casa de estudios que dirige, 66%, frente al 53% de promedio país) reconoce que hay que nivelar a los estudiantes de pregrado, ya que ingresan a las universidades sin las competencias necesarias, lo que tiene efectos negativos tanto a la hora de enfrentarlos a la Prueba Inicia, como al resto de las exigencias académicas (radio.uchile.cl, 8 de mayo). Pero, ¿por qué las universidades están admitiendo a los postulantes si no cumplen con el perfil mínimo que ellas mismas han definido? Si la respuesta va en la línea de que si la PSU no es apropiada como selector-predictor, entonces tampoco lo es el test Inicia, que opera bajo los mismos cánones. Ahora, si los argumentos se van a sostener en que, no importando lo que arroje la PSU, la eventual nivelación en pregrado no es suficiente, entonces ¿por qué las instituciones están certificando profesores? ¿Ha lugar la nivelación en las universidades?     





                                     Una aproximación al problema va en la línea de desentrañar qué es lo que la sociedad chilena entiende por la adquisición de herramientas para el desarrollo integral del ciudadano. Parece que lo que busca es lo que describe la siguiente falacia de petición de principio: profesores preparándose para rendir una Prueba Inicia que los habilite; ya ejerciendo la profesión, preparan gente para tener éxito en la PSU; tras esto, los postulantes a carreras de Pedagogía ingresan sin que este filtro haya significado algo y, por tanto, deban nivelarse en función de la Prueba Inicia. Entonces, ¿es una soberana pérdida de tiempo el tránsito desde el nivel secundario al de la llamada educación superior? ¿Dónde y cuándo los estudiantes han de adquirir dichas competencias? ¿Qué certezas, ventajas y progreso puede arrojar este modelo ciertamente tautológico y oscuro? En Chile, por otra parte, la corporación académica que históricamente alcanza los más altos puntajes en este tipo de pruebas, la Pontificia Universidad Católica, promueve y defiende, emulando al tristemente célebre Tribunal del Santo Oficio, las terapias reparativas en materia de orientación sexual, contraviniendo brutalmente la evidencia científica que aporta la Organización Mundial de la Salud. Si a juicio de esa universidad la OMS está en un error, entonces el campus pontificio deberá explicar qué entiende por ciencia antes de someter a pruebas a los estudiantes. 


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“El éxito no se lo deseo a nadie. Le sucede a uno lo que a los alpinistas: se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar”

Gabriel García Márquez


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