lunes, 28 de mayo de 2012

Alcaldes Confunden Escuelas con Cuarteles


Un revés tras otro han sufrido diversas autoridades edilicias que estaban convencidas de que la lamentable tuición municipal vigente sobre los establecimientos educacionales del país les daba, además, derecho a llevar a las salas de clases la agenda policial en la que derrochan los recursos públicos. Como la memoria puede ser frágil, recordemos, por ejemplo, que mientras la Corte de Apelaciones declaró inadmisible el recurso interpuesto por el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, para prohibir las marchas de los escolares, a los que llamó “vándalos” (adnradio.cl, 12 de agosto de 2011), el mismo tribunal de alzada capitalino ordenó este año el reintegro de 31 estudiantes a los que el edil de Ñuñoa, Pedro Sabat, había cancelado la matrícula (lanacion.cl, 13 de abril).
Esta vez, el turno fue del alcalde de Providencia, Cristián Labbé, quien había ordenado la expulsión de 9 estudiantes del Liceo Carmela Carvajal por participar en las movilizaciones desarrolladas en el país por una educación gratuita, pública y de calidad. Los tribunales, que ya habían revocado en marzo su intento de cancelar la inscripción a los educandos del Liceo José Victorino Lastarria invocando la misma causal, propinaron ahora un más serio revés al edil. No sólo dejaron sin efecto sus bandos militares de expulsión, sino que calificaron la medida de Labbé, “a lo menos, de arbitraria, tanto por la carencia de un procedimiento, como por la falta de justificación de la decisión” (latercera.cl, 23 de mayo). En un país acostumbrado a que la institucionalidad sirva de instrumento a quienes hacen añicos la educación, la intentona de los poderosos por cambiar los uniformes escolares por los de la policía en las escuelas tiene algo menos de eco de lo que ellos quisieran. Esa conducta “a lo menos arbitraria” que los citados alcaldes tuvieron que llevarse de vuelta a sus cuarteles es totalmente contraria al espíritu de debate que debe caracterizar a toda comunidad educativa. Sin embargo, he ahí también una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra sociedad: convertir sus centros de aprendizaje, en los diversos niveles de enseñanza, en espacios de diálogo y participación, y no en las dictaduras que son hoy. Transformar dichos establecimientos en potenciadores del intercambio de opiniones es el camino para restituir la tradición deliberante en un país habituado aún al matonaje de la autoridad.




“El trabajar colectivamente, sumergirse en la realidad social, cambió el modo de vida y, en consecuencia, la expresión plástica”

                                                                                 José Balmes



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