Cada año, el 1° de Mayo marca el contexto en que se resuelve, a espaldas
de los trabajadores, el reajuste del salario mínimo. Como es sabido, el
gobierno ha planteado que elevar su monto a 250 mil pesos estaría descartado,
aduciendo, para ello, que la tasa de desempleo se dispararía (Xinhua, 2 de
mayo).
A decir verdad, no es muy novedoso que las administraciones de turno
rechacen las aspiraciones del mundo sindical. Lo realmente sorprendente y
lamentable, a estas alturas, es que el propio presidente de la Central Unitaria
de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, haya pedido sólo 250 mil pesos, sin
siquiera hacer expresión de las consideraciones económicas que debieran sustentar
un planteamiento de esa naturaleza. Para quien no esté familiarizado con este
debate, digamos que ya en 2011 el Ministerio de Planificación había cifrado en
240 mil pesos el valor de la canasta mínima para un hogar de 4 personas. Para
ese año, el cálculo de la Universidad de Chile establecía que la canasta básica
para que sobreviviera un grupo de dos adultos y dos niños durante 7 días era de
45 mil pesos, lo que equivale a 192.857 pesos mensuales. Sin embargo, dicha
estimación no cubría transporte, vestuario, pago de servicios básicos ni
arriendo o dividendo. Pero supongamos que en este país sólo tuviéramos derecho
a sobrevivir con alimentos. En ese caso, sucede que entre noviembre de 2009 y
marzo de 2011 la inflación para el rubro alimentos ascendía a 5,51%, con lo que
la línea de pobreza quedaba en 65.109 pesos por persona. Es lo que defendió el
Instituto Libertad y Desarrollo, think tank del empresariado, calculando que un
hogar de 4 personas debía percibir 260.436 pesos (lanacion.cl, 14 de julio de
2011).
Exactamente un año después, el IPC global se elevó en 4,4%, pero en el
sector alimentos la inflación de esa canasta fue de 11,5% (latercera.cl, 2 de
mayo). En otros términos, si sólo tuviéramos que contentarnos con subsistir no
desnutriéndonos, a marzo de 2012 necesitaríamos 299.501 pesos. Precisamente
porque Academia Libre inspira su quehacer en los intereses superiores de la
clase trabajadora, esa lealtad implica ejercer la crítica y señalar que es
francamente inaceptable que, desde la CUT, la exigencia de salario mínimo sea
una sexta parte inferior incluso que lo que defiende, como promotor de la
explotación del hombre por el hombre, el Instituto Libertad y Desarrollo. Es
urgente, pues, que quienes abrazamos la educación popular contribuyamos a la formación
y a la organización de todos los trabajadores, forjando un programa que
fundamente su dimensión económica y permita, en vez de sencillamente arrojar
cifras regresivas, concebir una conducción de unidad, responsable y coherente,
que haga posible restituir una Central Única de Trabajadores, como la que
forjaron, educando al pueblo, Luis Emilio Recabarren, Clotario Blest y Luis
Figueroa, a quien sólo el golpe militar impidió seguir siendo, en nombre de la
clase obrera, miembro de la mesa directiva de la Universidad Técnica del Estado.
"No dudes de que un pequeño grupo
de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son
los únicos que lo han logrado”
Margaret Mead
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