lunes, 16 de abril de 2012

Simce, los Principales Silencios de la Brecha

Con inusitado optimismo se manifestaron las autoridades sobre los recién conocidos resultados del Sistema Nacional de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), correspondiente a las pruebas rendidas durante el año lectivo 2011. Tras constatar que en el test de Matemáticas de Cuarto Básico se registró un alza de 6 puntos y una reducción de 9 en la brecha entre los colegios municipales y los particulares pagados, el ministro de Educación, Harald Beyer, aseguró que tales cifras “no son casualidad, son el producto de un conjunto coherente y consistente en políticas educativas que hemos emprendido desde el gobierno, donde hemos recogido las mejores políticas educativas de gobiernos anteriores”. Los datos fueron interpretados con tanto entusiasmo que el propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, hizo uso de la palabra para señalar que “la prueba Simce por fin muestra que todos los esfuerzos que hemos hecho en materia de educación están dando sus frutos y que nuestro sistema educacional está bien encaminado; mejora la calidad, mejora la equidad y, por tanto, podemos mirar con mucha más confianza el presente y con mucha mayor esperanza el futuro” (La Segunda, 11 de abril).
Lamentablemente, las cuentas alegres de las autoridades son por sí mismas un error metodológico que contradice las bases del modelo de análisis en que se basa el Simce como tal. En efecto, la página web oficial de dicho instrumento evaluativo indica, en su sección sobre preguntas frecuentes, que “no necesariamente” una variación de 6 puntos es significativa (simce.cl). Es decir, tal diferencia aparece, por una parte, en el umbral de lo admisible como significativo y, por otra, se relativiza la validez de ese valor en función de un contexto más general. Tal observación es altamente razonable, pues, como veremos a continuación, no siempre una reducción de la brecha de resultados tiene como causa mecánica el incremento unilateral de puntaje en el segmento social más precarizado. Y es que, según los mismos cómputos, se produjo un estancamiento en las calificaciones obtenidas en los establecimientos particulares pagados de Cuarto Básico.
Justamente ahí termina de desmoronarse toda interpretación optimista. Porque lo que no destacó el ministro Beyer es que los colegios de más altos ingresos de Octavo Básico experimentaron una caída de 9 puntos en la misma asignatura y, bajo su propio discurso, esa cifra es mucho más significativa. ¿Por qué no la mencionó? No especulemos; completemos el panorama de lo no dicho oficialmente: la medición en Matemáticas, para Octavo Básico, concluye que el 65% de los estudiantes está atrasado en los conocimientos requeridos para ese nivel, lo que implica un revés de 5 puntos porcentuales respecto del test aplicado en 2009.
En Lectura, en tanto, los establecimientos particulares pagados experimentaron una baja de tres puntos en Cuarto Básico, pero, por supuesto, el Ministerio de Educación tampoco tiene explicación para el fenómeno, sencillamente porque optó por no mencionarlo. Tampoco estuvo llano su ánimo a referirse a la caída global en ese test, que fue de 4 puntos respecto de la medición anterior. Pero, puntos más, puntos menos, ¿en qué se traduce esto? Sencillamente, en que de los más de 232 mil escolares evaluados de Cuarto Básico, el 31% alcanza apenas un nivel inicial, es decir, son educandos que recién están aprendiendo a leer frases breves y que, con un poco de ayuda, podrían llegar a comprender dichos textos, de modo de encontrar en los mismos alguna información explícita. En otros términos, exhiben, en promedio, un retraso de dos años en relación con los aprendizajes esperados por el propio sistema educativo en ese nivel. En línea con esos resultados, retrocedió del 45% al 42% el curiosamente así llamado nivel avanzado, que en realidad no es más que la categoría en la cual los estudiantes entienden lo que leen, relacionando e integrando información explícita e implícita¿Cómo se puede afirmar que “nuestro sistema educacional está bien encaminado” si dos tercios de quienes pasan a la enseñanza secundaria exhiben atraso en los conocimientos del programa curricular, empeorando, además, respecto de la medición hecha hace dos años?
“¿Mejora la calidad, mejora la equidad?”. No. Lo que ha ocurrido, y efectivamente eso es una estrategia consensuada entre este gobierno y los precedentes, es que las autoridades optaron por escoger a las escuelas más precarizadas del país para “entrenar” a sus estudiantes en materia de rendición de Prueba Simce; es decir, capacitarlos en desarrollar capacidad de acierto. Se ha convertido así el test en un objetivo por sí mismo y, claro está, ese artificio puede servir para amortiguar cierto indecoro de las cifras, pero no para revertir las causas que han consolidado a este modelo educativo como uno de los peores del mundo. 

“Soy ese tipo de personas que no acaban de comprender las cosas hasta que las ponen por escrito”

Haruki Murakami


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