Con un positivo balance, por parte de los organizadores, concluyó en el país la última versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago (biobiochile.cl, 14 de noviembre de 2011), cuatro semanas antes de que un estudio afirmara que el 49% de los chilenos no lee o lee poco y que el 84% no comprende el texto que pasa ante su vista (emol.com, 24 de diciembre de 2011).
¿Por qué entonces los anfitriones de la muestra anual capitalina salieron tan contentos? La respuesta nada tiene que ver con literatura, porque los convocantes de esa feria no son escritores, ni profesores, ni estudiantes, sino empresarios, que lucran con una aparente paradoja, pues mientras menos se lee en Chile, la Cámara Chilena del Libro esboza su más amplia sonrisa informando que la producción editorial ha crecido 14,4% durante el último año (latercera.com, 9 de mayo de 2011). ¿Qué es lo que vende, en consecuencia, esa industria? Además de bestsellers que el público adquiere sin siquiera hojear, el rubro instala eventos donde, en vez de páginas, alguien termina llevándose un llavero. Y en ese contexto, sucede que publicar 5.107 libros en el año es, para dicha entidad, motivo para jactarse, claro está, sin recordarle al lector que hace cuatro décadas, con una población 40% menos numerosa, Quimantú publicaba obras clásicas y contemporáneas con tirajes de entre 30 mil y 70 mil ejemplares. Por cierto, la conducta lectora de los chilenos de entonces se relaciona con una cultura del debate facilitada por el hecho de que no existía el IVA para el libro, pero los empresarios del rubro, que no quieren un Estado interventor, dicen que el impuesto no es impedimento y que en este país “el que quiere leer, lee” (elciudadano.cl, 20 de enero de 2011). Pero había, al mismo tiempo, un compromiso de los creadores con el acceso popular a los textos y a la educación, y así como Gabriela Mistral fue directora del Liceo de Niñas de Temuco y regaló libros al niño que más tarde conoceríamos como Pablo Neruda, Óscar Castro fue bibliotecario y profesor de Lengua Castellana en el humilde Liceo de Hombres de Rancagua. Juzgue el lector si hoy hacen algo así los autores “superventas” chilenos.
“Vi muy pocas veces a Gabriela Mistral. Lo bastante para que cada vez saliera con libros que me regalaba” (Pablo Neruda)