martes, 13 de noviembre de 2012

Consejo Nacional del Libro Desincentiva la Producción Literaria



“He decidido declinar la invitación de asistir a la Feria Internacional de Guadalajara pues, al margen de proteger mi estado de salud ante ese viaje, también he concluido que no deseo involucrarme, directa o indirectamente, con el actual gobierno. Este adolece de una falta de credibilidad que en la cultura lo demuestra, entre otros aspectos, su política de adquisición de libros, errada y parcial”. Con estas palabras, el destacado narrador chileno Germán Marín rechazó los intentos del Ejecutivo por incluirlo en la delegación oficial que por estos días concurrirá al más importante encuentro literario que tiene lugar en América Latina (La Tercera, 31 de octubre). En efecto, tras conocer la nómina de 116 títulos para adquisición resuelta recientemente por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura, el escritor y autor de Círculo Vicioso, El Palacio de la Risa y El Guarén, reaccionó profundamente decepcionado de las orientaciones actualmente adoptadas en la materia. “Demuestra una falta de preocupación por la literatura chilena”, concluyó.


De los 116 títulos, que el paciente lector puede chequear por sí mismo a través del link http://www.cultura.gob.cl, sólo una decena corresponde exclusivamente a literatura, y el resto es una impresionante nómina de libros de autoayuda, de recetas de cocina asociadas a firmas comerciales de consumo y de anécdotas del fútbol. Pero quizá lo peor sea la manera en que aparecen catalogados como libros de ciencias volúmenes que en realidad no lo son.
Del mismo modo, el ciudadano que recorra con la mirada esos títulos tendrá que constatar hasta qué punto una publicación oficial se permite divulgar, sin vergüenza alguna, un inventario nutrido de faltas de ortografía.
No están los nombres que desearía una humilde biblioteca pública, pero sí los que entrevista la televisión en sus programas de farándula local. Por cierto, el ítem “Generalidades”, que incluye los libros de autoayuda y de esoterismo, representan el 15% del total de obras seleccionadas. “Parece evidente que las compras del Estado se han hecho en atención a las demandas del mercado”, comentó en el Centro Cultural de España el crítico Ignacio Echevarría. El monto global para adquisición pública ya es exiguo: apenas 450 millones de pesos, para una lista en que ni Neruda, Mistral, Parra y Lihn juntos podrían contrapesar siquiera la predilección que, en nombre del Estado, se hace por Los Secretos del Feng Shui y Aromaterapia, o “Moneda Cósmica”, puestos en una serie que hasta la mercantilista  Cámara Chilena del Libro tildó de “banalidades”.
Y he aquí un problema de concepción de las políticas públicas de fomento de la lectura. Cuando el actual Presidente Sebastián Piñera era aún candidato a la Primera Magistratura, desestimó introducir una rebaja del IVA a los libros y defendió, en cambio, fondos como el actual, “con el que usted va a promocionar los libros que vale la pena leer”. ¿Quién elegiría esos títulos? La gente, se respondió a sí mismo Piñera. “Estoy seguro que elegirán bien. Porque lo he visto con mis ojos, los libros que más se leen en las bibliotecas son los libros más valiosos”, aseguró, justo antes de que las redes sociales virtuales despedazaran sus palabras (Canal 13, 10 de noviembre de 2009).


Los libros de autoayuda y esoterismo, que lideran los préstamos en el Bibliometro, por ejemplo, deben ser, a juicio de la autoridad, lo más valioso de nuestra bibliografía. Y, claro, alguien podría decir que el criterio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, y de los que piden volúmenes en el Bibliometro, acertado o no, siguen la misma pauta y que uno no es más grave que el otro. Pero no, Aunque se trata en ambos casos de una constatación lamentable, la diferencia es que hay un buen número de representantes del Consejo que deliberan, en nombre del Estado, y a los que se les paga con el mismo impuesto ciudadano del que no se exceptúa al libro, para decidir por nosotros qué es lo bueno y qué es lo malo. Señor Presidente, si su propuesta es que “lo bueno” es mero resultado de la demanda, ¿para qué sirve entonces el Consejo del Libro? Las fotografías incluidas aquí son imágenes que corresponden a la realidad chilena de los días que corren cuando publicamos este boletín: ¿elegir entre qué libros, si las orientaciones resueltas y ya descritas están vaciando y cerrando las pocas estanterías que aún incluían obras de interés? Salvo, por supuesto, que alguien crea que las librerías cuyo frontis adjuntamos bajaron sus históricas cortinas capitalinas porque Santiago se convirtió en la nueva Ciudad de las Luces.

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“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”


Jorge Luis Borges

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