Hace algunos
meses, las operaciones tendientes a privatizar el litio en el país encendieron
las luces de alarma en varios círculos de debate, al punto de poner en
entredicho, al menos por ahora, la habitual intentona capitalista en materia de
recursos naturales estratégicos. Dicho mineral, por lo demás, es producido y
vendido por SQM, ex SOQUIMICH, cuyo gerente es Patricio Solminihac, hermano del
ministro de Minería, Hernán Solminihac, coincidencia que en el propio Congreso
Nacional ha sido aludida como conflicto de interés. Y aunque Chile posee entre
el 40 y el 47% de todo el litio del mundo, también es verdad que el Estado está
recibiendo sólo el 7% de las ventas anuales del mineral, lo que equivaldría a
unos 350 millones de dólares (radio.uchile.cl, 10 de marzo).
Un
incipiente movimiento ciudadano ha comenzado a advertir al país sobre las
semejanzas que este derrotero guardan con la vergonzosa entrega que se hizo del
cobre a manos extranjeras. Sin embargo, cuando se trata de procesos
estratégicos, no basta desenfundar pancartas en la calle para revertir la
situación. Y es allí que las trasnacionales están ganando terreno en un punto
que tiene bastante menos tribuna mediática y convocatoria popular: se están
apropiando de las universidades, aprovechando la triste coyuntura de un Estado
que relega al olvido sus escasos centros de estudios superiores y que, peor
aun, pretende ahora “reducir la brecha” respecto de los aportes públicos al sector
privado, consagrando la subvención al lucro y financiándola con el impuesto que
se cobra justamente a los que no tienen derecho a estudiar. Lo ha hecho antes
Barrick Gold, que ha visto cómo progresa en el país su campaña a favor del
proyecto Pascua Lama con el simple procedimiento de financiar las actividades
de una universidad, la
Católica del Norte, cuyos académicos antes se oponían a la
iniciativa.
Algo análogo
ocurre, en materia de paradojas, con la Pontificia Universidad
Católica de Chile, que entre 2010 y 2012 ha generado utilidades por 12 mil millones
de pesos y, sin embargo, tiene a sus trabajadores de salud en ascuas, con
sueldos congelados bajo una situación que gatilló recientemente una huelga
sectorial. El problema es que, mientras la coyuntura se desata y la opinión
pública observa pasivamente el contraste flagrante entre las precarias
condiciones de vida de los funcionarios y la fastuosa red de atención médica
que ha ido consolidando dicha corporación, ésta ha comenzado a venderla,
concretamente, traspasando el 40% a su nuevo socio, el grupo norteamericano
Christus Health (La Tercera ,
18 de noviembre). ¿Quién se hace cargo, entonces, del proceso docente e
investigativo que implica la actividad de una Facultad de Medicina? Poco
importa eso hoy a las autoridades de la entidad pontificia. Y al Ministerio de
Educación esto no sólo le gusta, sino que lo promueve. En efecto, el titular de
la cartera, Harald Beyer, celebró y participó de la ceremonia por los 20 años
de la Fundación Coca-Cola
Chile, en un acto que puso de relieve “el aporte” de la empresa “en materia educacional”.
El impresentable evento de subordinación académica al capital tuvo lugar en un
modesto liceo de la comuna de Renca, en Santiago, donde, aprovechándose de la
ignorancia de sus clientes-víctimas, y sin recordar que justamente en esas
décadas el país se ha venido a pique en materia de resultados académicos, se
dijo que gracias a esta trasnacional “miles de niños mejoran su rendimiento y
aprendizaje y, finalmente, su calidad de vida y la de sus familias”
(lanacion.cl, 22 de noviembre).
El asunto
seguirá dando que hablar. Este año, el mayor incentivo que podía recibir un
estudiante de doctorado en la Pontificia
Universidad Católica fue el Premio de L’Oreal para “mujeres
científicas”, en este caso, en el área de Ingeniería Química y Bioprocesos.
Así, otra trasnacional se va apropiando, vía fondos, de los procesos académicos
que debieran tener vida orgánica en las universidades. Y lo hace con un
discurso bonito, que apela al supuesto interés de esta empresa de cosmética por
“contribuir a disminuir la falta de equidad en las ciencias” (uc.cl, 10 de
septiembre). Pero eso es falso. Es justamente el capital privado la base de las
brechas de desigualdad y Chile, en eso, no es otra cosa que el más patético
ejemplo.
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“Benevolencia no quiere decir tolerancia
con lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien”
Antonio Machado