Sin informar siquiera a profesores y estudiantes, entre gallos y literalmente a medianoche, el Ministerio de Educación envió al Congreso el proyecto de ley sobre carrera docente el pasado 29 de febrero. La iniciativa, que introduce modificaciones estructurales en la escala de sueldos de los maestros, fue presentada ante la opinión pública al día siguiente, como un mecanismo que incrementaría en 26% promedio los salarios. Por supuesto, sólo en la letra chica de dicho documento es posible advertir que tal alza es parte de un proceso de ajustes que sólo llegaría a esos niveles hacia fines del año 2023.
En lo inmediato, en cambio, la propuesta implicaría consagrar la misma precariedad que defienden los gerentes de empresas: sueldos variables, competencia en vez de capacidad y carta blanca para justificar despidos, en función del proceso evaluativo que haga, unilateralmente, el director. Para que sonara bien, la autoridad aseguró que es la “mayor reforma docente en 20 años” (La Tercera , 2 de marzo), omitiendo, claro está, que es fácil jactarse de ello, porque la última relevante fue perpetrada en 1982 por una dictadura que puso fin a la condición de funcionarios públicos de los profesores y generó una deuda histórica salarial que bordea los 10 mil millones de dólares, ante la cual la inversión de 1.400 millones de dólares anunciada por el MINEDUC, para un período de 11 años, se reduce al nivel simbólico.
El esquema introduce cuatro categorías de “calidad” docente, en el marco de las cuales quienes sean ubicados en la más básica obtendrán la menor cantidad de ingresos. La autoridad deberá explicar, pues, bajo qué peculiar paradigma académico un profesor podría mejorar cualitativamente su desempeño sobre la base de tener el peor sueldo del sistema. Pero no es el único punto en que tendrá que sacar argumentos de debajo de la manga. Si este modelo, que permite exonerar al 5% de los docentes, fuera tan bueno, ¿por qué no es aplicado a los colegios particulares pagados? Al contrario, introduce una nueva herramienta a favor de quienes quieran lucrar en la enseñanza subvencionada, ya que allí los recursos serán otorgados directamente a los sostenedores, lo que no implica ni asegura un traspaso al plano salarial.
“En verdad, si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco” (Pyotr Ilych Tchaikovsky)
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