Pero eso no es todo y los hechos muestran que se trata de una tendencia sistemática que alcanza incluso la esfera de la composición social de su estudiantado. En efecto, un análisis efectuado por el Ministerio de Educación indica a quiénes está destinada esa educación universitaria que aún cree ser estatal. Según el informe, el 73% de los matriculados en esa corporación pertenece a los sectores más acomodados, abismo social que se incrementa al considerar que mientras el 36% corresponde al grupo ABC1 y el 37,1% al C2, sólo el 5,9% procede del segmento socioeconómico D y el 0,9% se circunscribe al grupo E. Del total, la mayoría dijo financiar sus estudios esencialmente a través de préstamos, pero lo más curioso es que el 25% de los educandos del ABC1 recibe algún tipo de beca. ¿Cómo? “El sistema de Educación Superior chileno es financiado mayoritariamente por las familias y el Estado, mientras los bancos e instituciones orientadas al lucro se quedan con la ganancia”, acaba de señalar, al respecto, la CONFECH , al denunciar la situación.
Sin embargo, el engranaje diseñado para dirigir los fondos a los más pudientes es global y es en ese contexto que el número de estudiantes del quintil de ingreso más rico beneficiarios del Crédito con Aval del Estado se triplicó respecto del año anterior, pasando de “El trabajo científico no debe considerarse desde el punto de vista de la utilidad directa” (Marie Curie)
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