Durante los primeros días de octubre de 2011, Academia
Libre denunció pública y responsablemente, a través de su Boletín, la
impresionante farsa ritual que permite a las universidades de la
institucionalidad salir airosas de los supuestos mecanismos de evaluación y, de
paso, conseguir luz verde para un Crédito con Aval del Estado (CAE) que
convierte a sus estudiantes en financistas de corporaciones que lucran con la
educación.
En esa oportunidad, la acusación pública
formulada por nuestra universidad, a través de sus versiones impresa,
electrónica y radial, tuvo como fuente incontestable para su planteamiento un
lapidario informe que en esa dirección nos proporcionaba la Contraloría General
de la República. Dicho
documento, hasta entonces no tomado en cuenta por la industria mediática, emanó
de dicho organismo el 19 de noviembre de 2010, pero sólo ahora, dos años
después, las investigaciones respectivas, lideradas por los tribunales de
justicia y no por el Ministerio de Educación, derivaron en la detención y
formalización de conspicuos personajes implicados directamente en los delitos
de soborno, negociación incompatible y lavado de dinero. Por tales ilícitos, ya
ha sido formalizado el ex presidente de la Comisión Nacional
de Acreditación (CNA), Luis Eugenio Díaz, mientras que igual condición procesal
fue aplicada a los ex rectores de las universidades Del Mar y Pedro de
Valdivia, Héctor Zúñiga y Ángel Maulén, respectivamente, por cohecho (los tres
figuran en el banquillo de los acusados de la foto inferior).
La indagación está en sus comienzos y, como ya ha
advertido la Fiscalía ,
los peritajes incluyen, además, a las
universidades Andrés Bello, UNIACC, SEK y Bernardo O’Higgins.
Sin embargo,
cuando hicimos la denuncia correspondiente también dijimos qué hecho puntual había
gatillado el inicio de la investigación: el año 2010, todas, absolutamente
todas las universidades del sistema, incluidas las que jamás habían sido avaladas,
obtuvieron acreditación de parte de la
CNA , cuyos miembros, como estableció la Contraloría General ,
eran capaces de “contabilizar dentro de un mismo día hasta cinco sesiones” de
trabajo con tal de figurar realizando el número de reuniones que la norma
establece como mínimo al mes, y cobrar, mediante esa argucia “que no se
encuentra contemplada en el reglamento interno ni en la ley”, la dieta prevista
para tal cumplimiento. En consecuencia, esto que hoy aparece como una sorpresa
para la opinión pública venía incubándose desde hace tiempo y apunta, en
realidad, a la mala calidad de los programas de estudio y de investigación
vigentes en el país y no sólo ni fundamentalmente a los delitos financieros
que, más bien, son consecuencia de la intentona de las universidades por
encubrir sus incapacidades académicas.
Y en ese último
punto, por estos días la Contraloría General
ha vuelto a darnos la razón, evacuando un nuevo informe, que esta vez denuncia
que la CNA no
sólo no cuenta con directrices explícitas para acreditar, sino que, además,
registra 31 casos de acreditaciones de programas de magíster y doctorado en los
que ellas fueron sencillamente prolongadas por secretaría, sin mediar
evaluación académica alguna (biobiochile.cl, 26 de noviembre). Tal documento
advierte que la CNA
no ha dado cumplimiento a su mandato legal y que registra “pagos por servicios
no aprobados ni revisados”, gastos “no respaldados” y otros “improcedentes”,
varios de los cuales, por ejemplo, fueron destinados a comprar regalos para los
propios comisionados. ¿Acreditación de la calidad de qué? Nada de educación. El
informe del organismo contralor conmina a la CNA a adoptar “las medidas tendientes a minimizar
los posibles riesgos por eventuales conflictos de interés en pro de la transparencia
y probidad en que deben actuar las instituciones involucradas, sin perjuicio de
que las medidas enunciadas sean materia de revisión en una próxima visita de
seguimiento”.
Quizá, una de
las pistas fundamentales para comprender la magnitud académica de la estafa en
curso no sea ya la acusación de la Contraloría respecto de la luz verde dada a 31
programas de postgrado sin mediar evaluación, sino la respuesta con la que la CNA intentó justificar tan
grave irregularidad: “la CNA
señaló que efectivamente dicha modalidad obedeció a la alta demanda por
acreditación, dado que dichos procesos requieren un tiempo de tramitación y
luego debe ajustarse a la agenda de la
CNA para que puedan ser resueltos” (Informe Final, División
de Auditoría Administrativa de la Contraloría General ,
19 de noviembre de 2012, página 27). He aquí, justamente, en esta insostenible
fundamentación, el meollo del asunto. La demanda; la alta demanda. El propio
sistema privado de educación es incapaz de mantener el ritmo de expansión de su
negocio. En buenas cuentas, si hay formalizados ya por cohecho, lavado de
dinero, soborno y negociación incompatible, es porque el proceso mismo de una
educación universitaria que se precie de tal, es incompatible con el negocio. A
estar atentos, entonces, porque una verdadera investigación en el caso de Chile
deberá incluir no sólo la cárcel para los responsables, sino también el cierre
de todas aquellas casas de estudios que hasta aquí se mantienen abiertas
simplemente porque su precaria apuesta académica no ha sido sometida al más
elemental examen por parte de la sociedad que las alberga.
___________________________________________________________________________
María Luisa Bombal
No hay comentarios:
Publicar un comentario